separateurCreated with Sketch.

(VIDEO) Estos santos aprendieron a manejar el agotamiento

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Fátima Navarro - Daniel Esparza - publicado el 07/06/25
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
El agotamiento no es un fracaso. Estos santos lo vivieron en carne propia; pero supieron escuchar a su cuerpo, a su corazón y a Dios

El agotamiento puede parecer una aflicción moderna —provocada por correos electrónicos, plazos de entrega y sobrecarga digital—, pero la lucha por encontrar descanso y significado ante el agotamiento no es nueva. Mucho antes de que se acuñara el término, los santos lidiaban con las mismas limitaciones humanas que enfrentamos hoy : fatiga mental, aridez emocional y el profundo dolor de sentirse abrumado.

Aquí hay tres santos que no solo sobrevivieron al agotamiento, sino que encontraron la gracia en medio de él. Sus historias ofrecen más que inspiración: ofrecen una salida.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.