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Una vida laboral balanceada y el arte de no hacer nada

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Michael Rennier - publicado el 06/06/25
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Nuestra vida laboral debe apoyar el tiempo de ocio, no al revés. Trabajamos para hacer posible el ocio. Hacia ahí debe dirigirse nuestra energía

Actualmente, o normal en la vida laboral es que trabajemos hasta la extenuación, luego hacemos un montón de recados y nos metemos en la cama a mirar el móvil durante media hora. El fin de semana vemos la televisión, consultamos algunos correos del trabajo e intentamos recuperar el sueño. Esto no es equilibrio.

Pensamos que siempre hay más trabajo que hacer y el impulso hacia la productividad es fuerte. Es casi un sentimiento de culpa no estar haciendo algo activamente, incluso en los días libres. Hemos sido condicionados a creer que perder el tiempo es un vicio.

Ética puritana del trabajo

Somos herederos de la llamada ética puritana del trabajo. La idea de que las manos ociosas son malas está profundamente arraigada, hasta el punto de que consideramos a las personas de éxito y trabajadoras como dechados de carácter y virtud. Esto se filtra incluso en nuestra espiritualidad. Por ejemplo, ¿cuántas iglesias predican alguna versión de un Evangelio de la prosperidad en el que la fe se equipara al éxito mundano? Se cree que los trabajadores que salen adelante están más cerca de Dios.

Pero, ¿y si nuestros supuestos culturales fueran al revés? Todos estamos estresados, trabajamos demasiado, y nuestro tiempo libre se convierte en entretenimiento sin sentido porque estamos cansados. Estamos tan centrados en la semana laboral que nos olvidamos de disfrutar de nuestros días de descanso. Pero es importante recordar que Dios no nos dio una semana laboral de 7 días. Estamos hechos para el séptimo día, y el Cielo se describe como el disfrute eterno del descanso.

Esto significa que, cuando buscamos el equilibrio entre trabajo y vida privada, debemos dar prioridad a la parte "vida", no a la parte "trabajo". Estamos hechos para disfrutar de nuestro tiempo en la tierra y ser felices. Esto no significa que no debamos trabajar, sino que el trabajo debe apoyar nuestro tiempo de ocio. Ahí es donde debemos dirigir nuestra energía: hacia el ocio.

Ocio extremo

Ocio no solo es ver la televisión o navegar por las redes sociales, sino también, algunas actividades que requieren mucha energía -ejercicio, jardinería, deportes, tocar un instrumento musical, ir a una hora santa, rezar, una noche de juegos, organizar fiestas y reuniones-, porque al hacer estas actividades, nos podemos sentir recompensados con más energía. A diferencia de las redes sociales, que la agotan.

Así que tómate un descanso, tómate un café y mira las nubes, tómate un vaso de vino en el café y observa a la gente. Abraza a tu pareja. Recoge flores con tu hijo pequeño. Lee un libro agradable que no tenga ningún valor práctico. Toma acuarelas o dibuja y no te preocupes de si tu dibujo es bueno o incluso de si lo terminas.

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