Beatificado el 8 de enero de 1905 por San Pío X, que inmediatamente le hizo "patrón de los sacerdotes de Francia" en el contexto de las leyes anticlericales de la III República, Juan María Vianney fue proclamado santo el 31 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI. Cuatro años más tarde, fue proclamado "patrón de los párrocos de todo el mundo". Aunque finalmente se rechazó el proyecto de convertirlo en patrón de todos los sacerdotes al final del Año Sacerdotal 2009-2010, el santo cura de Ars sigue siendo una figura clave del magisterio de los Papas.
Un destino asombroso para este hombre aparentemente frágil, sin estudios y que no se sentía digno de ser párroco, pero que supo sumergirse en una poderosa relación con la misericordia de Dios para hacerla accesible a las 258 almas de este pueblo, antes conocido como poco receptivo a la fe cristiana. Al final, el Cura de Ars extendió su influencia mucho más allá de su zona de misión, y este pueblo de la región de Ain acoge ahora a 300 mil peregrinos al año, entre ellos muchos sacerdotes que encuentran en él una gran fuente de consuelo frente a las pruebas y tribulaciones de su sacerdocio.
"Detrás de este hombrecillo de 1.54 metros, que debía pesar 45 kilos, había algo monumental, la figura de un sacerdote extraordinario", explicó el padre Rémi Griveaux, rector del santuario de Ars desde 2020.
Una observación de la que se hicieron eco las palabras de Pío XI en la homilía de su misa de canonización.
"Nos parece ver ante nuestros ojos la frágil figura de Juan María Vianney, esa cabeza de largos cabellos blancos que colgaban como una corona deslumbrante; ese rostro delgado y ahuecado por el ayuno, pero en el que se reflejaban tan bien la inocencia y la santidad de un corazón muy humilde y dulce, ese rostro cuya sola aparición bastaba para conducir a las multitudes a pensamientos saludables", declaró entonces Pío XI.
Un sacerdote "lleno de Cristo"
En 1946, en una exhortación pastoral dirigida a los párrocos de Roma, su sucesor Pío XII observaba que "el santo Cura de Ars no tenía ciertamente el genio natural (…) de un Bossuet, pero la convicción viva, clara, profunda con la que estaba animado vibraba en sus palabras, brillaba en sus ojos, sugería a su imaginación y a su sensibilidad ideas, imágenes, comparaciones justas, apropiadas, deliciosas (…). Quien está lleno de Cristo no tendrá dificultad en ganar a los demás para Cristo", insiste.
Juan XXIII dedicó al Cura de Ars una encíclica entera, Sacerdotii Nostri Primordia, publicada en 1959 con motivo del centenario de su muerte. En ella, el buen Papa, que había sido nuncio apostólico en Francia y conocía bien las dificultades del clero local, cita las palabras de san Juan María Vianney dirigidas a su obispo: "Si quieres convertir a tu diócesis, debes hacer santos a todos tus párrocos". También invita a dirigirse al santo Cura de Ars para rezar por las vocaciones sacerdotales, que ya empezaban a escasear a finales de los años cincuenta.
"Los sacerdotes deben pedir al santo Cura de Ars la alegría de consagrarse ante todo a la salvación de las almas", dijo Pablo VI a un grupo de obispos franceses en 1977, en una década marcada por numerosos abandonos en las filas de un clero sacudido por las secuelas de mayo de 1968.

"Una religión de la felicidad"
Durante su largo pontificado, Juan Pablo II se apoyó mucho en el Cura de Ars, considerándolo "un modelo en su persona y en su ministerio". Fue a Ars en octubre de 1986 y subrayó ante los sacerdotes su responsabilidad en la transmisión de la salvación ofrecida por Dios. San Juan María Vianney "nunca dejó de advertir a sus fieles, especialmente a las almas tibias, indiferentes, pecadoras e incrédulas, del riesgo que corrían para su salvación al negarse a seguir el camino de fe y amor trazado por el Salvador; quería evitar que cayeran, que se perdieran, alejadas para siempre de la Luz y del Amor", afirma el Papa polaco.
En 2009, en un mensaje para el retiro sacerdotal internacional organizado en Ars, Benedicto XVI subrayó que Juan María Vianney presentaba "una religión de la felicidad", y no una religión del sufrimiento y del sacrificio. "Lo fundamental es la caridad pastoral y el don de sí mismo, el don del pastor en el don de Cristo", explica el padre Rémi Griveaux.
Por su parte, el Papa Francisco, que acogió las reliquias del Cura de Ars en su catedral de Buenos Aires en 2009, ha mostrado su apego a esta figura en varios de sus discursos. Durante el rezo del Ángelus del 4 de agosto de 2019, lo presentó como un "modelo de bondad y caridad para todos los sacerdotes". "Que el testimonio de este humilde párroco totalmente entregado a su pueblo nos ayude a redescubrir la belleza y la importancia del sacerdocio ministerial en la sociedad contemporánea", dice Francisco.
El padre Griveaux también ve en el cura de Ars un modelo de atención a las "periferias" tan querido por el pontífice argentino: "Iba de puerta en puerta, visitaba a las familias, quería reactivar las escuelas aunque él mismo nunca había ido a la escuela", recuerda.
Aunque todavía es pronto para encontrar referencias al Cura de Ars en el magisterio del nuevo Papa León XIV, es probable que haga referencia a él durante el Jubileo de los Sacerdotes que se celebrará en Roma del 27 al 29 de junio. Frente a las dudas que asaltan a algunos sacerdotes, el padre Griveaux ve en san Juan María Vianney una figura moderna e inspiradora, que invita a volver al centro del compromiso sacerdotal. "Toda la raíz del trabajo del Cura de Ars es conducir las almas a Dios. Somos lo que somos ante Dios", insiste.


