Indudablemente, la elección del papa León XIV fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia. Por supuesto, el amor que profesamos por el papa Francisco no terminará, como ocurrió con san Juan Pablo II, que dejó una huella profunda hasta en los corazones de los no católicos.
Sin embargo, la sensación de orfandad pronto sanó porque un nuevo padre se nos anunciaba: un cardenal estadounidense, nacionalizado peruano y, sobre todo, misionero.
¿Que significa ser misioneros?
Ordenado como sacerdote agustino, el padre Prevost estuvo en contacto con la realidad del pueblo de Dios cuando fue superior general de la Orden de San Agustín y tuvo que viajar por las comunidades religiosas de todo el mundo. Pero lo que más impactó su vida fue la experiencia como arzobispo de Chiclayo, Perú.
Ese mismo impulso de la misión de la Iglesia motivó a san Juan Pablo II para escribir la carta encíclica Redemptoris Missio, Sobre la Permanente Validez del Mandato Misionero, en la que leemos:
La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio (RM 1).
Así mismo, destaca que un fruto misionero del Concilio Vaticano II es que:
"se está afianzando una conciencia nueva: la misión atañe a todos los cristianos, a todas las diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales" (RM 2).
Y enfatiza con fuerza:
Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos (RM 3).
La enseñanza del Papa León XIV
El papa León XIV ha sido testigo de esta urgencia misionera. Durante sus primeros discursos nos ha enseñado que la Iglesia debe dar testimonio y ser misionera para que la gente recupere la fe, así se terminarán muchos problemas que aquejan a las familias: abusos, desintegración, etc.
Ese pensamiento nos debe regresar al origen de la fe: Jesucristo. Y también el papa nos insiste en que debemos ser misioneros, porque las generaciones nuevas desconocen el Evangelio. Y debemos comenzar por lo más simple, pero ineludible: el interior de nuestra casa, evangelizando a nuestras propias familias.
Recuperemos la esperanza viendo el mundo con ojos misioneros y creyendo que algún día todos podremos cumplir el mandamiento de Cristo:
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros (Jn 13, 34).


