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Lo que Jesús hizo entonces, los diáconos lo hacen ahora

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Tom Hoopes - publicado el 03/06/25
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Los diáconos imitan el servicio de Jesús, en el mundo, en la liturgia y en la humildad, para los demás. En su libro un arzobispo nos abre los ojos a su papel.

Cuando el periódico de la archidiócesis de Kansas City le pidió a Tom Hoopes -colaborador de Aleteia en Inglés - que escribiera sobre el diaconado, el autor de este artículo descubrió que sabía muy poco al respecto. El nuevo líder de su diócesis, el arzobispo Shawn McKnight, le aclaró las cosas, o al menos lo hizo su libro.

Pero lo que realmente le abrió los ojos fue entrevistar a un amigo diácono.

El icono del diaconado es la pila de agua y la toalla

El arzobispo McKnight describe por qué la "parábola en acción" de Jesús lavando los pies de los apóstoles en la Última Cena resume el diaconado.

El Concilio Vaticano II, al ampliar el diaconado permanente, estableció los "fundamentos teológicos" del diaconado

"1) como un rango del ministerio ordenado destinado al servicio; 2) que se ejerce en tres ámbitos de la liturgia, la palabra y la caridad; y 3) en comunión con el obispo y sus [sacerdotes]; 4) en beneficio del pueblo de Dios" (LG 29).

En otras palabras, los diáconos imitan el servicio de Jesús, en el mundo, en la liturgia y en la humildad, para los demás.

El ministerio del diácono fuera de la iglesia

Como Jesús lavando los pies, las principales tareas de los diáconos no están en la misa sino fuera de ella.

Siempre sorprende que en el Evangelio de Juan, cuando relata la Última Cena, se salta la Institución de la Eucaristía, pero describe lo que sucedió antes de la "primera Misa".

El diácono Stan Sluder de la parroquia en Atchison, Kansas, dijo que su ministerio es igual.

"El servicio litúrgico que presto es estupendo, pero hay muchas formas de llevar a cabo lo que hago en la liturgia", dijo. "Mi contribución más importante es el trabajo en la cárcel y en las residencias de ancianos. No hay una larga cola de gente esperando para hacer lo que yo hago en la cárcel".

Ningún laico podría reproducir lo que él hace.

"La ordenación transforma el servicio que presta un diácono", dijo Sluder, que también trabaja en el Benedictine College como vicepresidente ejecutivo. "Todo lo que hago en las prisiones y residencias de ancianos lo podría haber hecho como laico, pero no tenía la gracia ni la humildad. No estaba dispuesto a dedicar un fin de semana entero al ministerio. Pero con mi ordenación, ahora lo hago, y lo hago con gran alegría".

Destaca lo que aprendió en la formación:

"Cuando voy a una residencia de ancianos como laico, sólo voy yo, y es un gran servicio para la gente. Pero después de ordenarte, cuando te presentas, es toda la Iglesia la que se presenta por esas personas".

Los diáconos sirven a los obispos

Además, mientras Jesús se puso al servicio de los primeros obispos, los Apóstoles, los diáconos sirven a sus sucesores.

El libro del arzobispo McKnight examina la base histórica y neotestamentaria de los diáconos, y no los considera asistentes de los sacerdotes, sino ministros del obispo. Así lo simboliza el hecho de que el diácono levante el cáliz en la misa, una acción que originalmente correspondía al obispo.

"Lo que más me gustó de lo que leí es cómo habla de la humildad del diácono", dijo el diácono Sluder. "La humildad viene de su obediencia al obispo, no porque su servicio sea servil. Lo hacemos con humildad, pero eso no significa que el servicio no sea importante".

Sluder dijo que es providencial que McKnight esté al frente de una arquidiócesis con muchos diáconos - y providencial para un lugar como Atchison, donde actualmente viven seis diáconos.

El diácono Sluder dijo que ocurre una transformación cuando un diácono es ordenado.

Para Sluder eso significa que el Espíritu lo llamó cuando sus hijos eran pequeños - él es diácono permanente, por eso puede ser casado - , pero que él pudo responder plenamente solo recientemente - después de que su vida lo había convertido en alguien más capaz de entregarse a Dios. "Mi formación formal como diácono fue de seis años, pero en mi vida llevó décadas", dijo.

Dijo que la obra del arzobispo McKnight resume perfectamente lo que ocurre en la vida de un diácono: "el Espíritu llama, el hombre responde, la Iglesia ordena y el diácono sirve".

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