Peter Kiepuszewski supo desde pequeño que su vida estaría ligada a la música. "Vengo de una familia católica, tradicional y creyente. Pasé por toda una educación musical: 12 años en la escuela de música y seis en la universidad, donde mi instrumento principal era el piano", recuerda. Era sin duda un pianista entusiasta.
Tocar y enseñar música clásica de piano a los demás parecía una elección natural para su carrera, pero seguía habiendo un vacío en su corazón. "Era creyente, pero sentía que podía hacer algo más. Buscaba una experiencia más profunda de Dios".
Un encuentro inconsciente con Dios

Un amigo le invitó a una reunión de oración en Sopot. Durante la misma, Peter participó en la oración de intercesión. «Un sacerdote rezó por mí, pero pensé que no había pasado nada interesante». - recuerda el hombre.
Más tarde, cuando analizó lo sucedido, se dio cuenta de que lo que más le había llamado la atención durante el acto era la música. Fue allí donde escuchó cantar en lenguas por primera vez. "Como músico, aquello me encantó. Toda la iglesia cantaba espontáneamente cosas que nadie entendía. Fue algo asombroso". Aunque en aquel momento no comprendió del todo la experiencia, empezó a sentir que algo cambiaba en él. «Fue mi encuentro inconsciente con Dios», dice.
Otro momento clave fue un retiro en Slupsk, su ciudad natal, dirigido por el padre John Bashobora. "Durante la adoración oí por primera vez a un sacerdote -el padre Rafal Jarosiewicz- dirigirse a Jesús como si estuviera realmente presente. Eso me conmovió". Fue entonces cuando experimentó un calor y una paz extraordinarios que llenaron su corazón. «Quería aprender a quedarme y hablar con Dios de un modo parecido», dice.
¿Cómo se combina la música con la fe?
A pesar de su despertar espiritual, Peter seguía preguntándose: ¿cómo combino mi música con mi fe? "En el retiro vi que a la banda de alabanza le faltaba un pianista. Pensé: sería divertido tocar con ellos, pero me di cuenta de que, aunque llevo años tocando, no sé improvisar ni acompañar el culto".
Así que empezó a aprender de nuevo.
Me senté delante del piano e intenté rezar como sabía. Primero leía la letra de la canción, luego elaboraba cada acorde según la armonía tradicional, y después intentaba encontrar tales sonidos, tal sencillez, que la gente no me escuchara a mí, sino que la música fuera un añadido a la oración, o la oración misma, para poder dar gloria a Dios", dice Peter.
Mientras tanto, contó con la ayuda de Magda Plucner, de la Escuela de Nueva Evangelización de Koszalin, que sólo sabía tocar el piano, pero fue capaz de acompañar a la gente de tal manera que se involucrara en el culto.
De los estadios a la oración personal

Con el tiempo, Peter se unió al equipo y en 2015 actuó en el Estadio Nacional durante una gran reunión de alabanza. "En ese momento me pregunté, ¿es esta la cima de mi viaje? Se trata solo de tocar en grandes eventos?" - , recuerda. La respuesta llegó poco a poco: la verdadera adoración no depende del número de personas que se unen para cantar, sino de una relación personal con Dios. "Los momentos más importantes son aquellos en los que me siento solo al piano y rezo con la música. Es una experiencia que quiero compartir".
Hoy, junto con su mujer, está en la comunidad Amar y Servir de los jesuitas de Gdynia, donde dirige la oración con canto. También participa en eventos de mayor envergadura, como talleres y retiros de Worship Style. Además, a través de su canal Worship Path, enseña a otros a tocar canciones de adoración al piano y a rezar con música. "Dios nos da talentos para compartir. Mi vocación no es sólo tocar: es ayudar a otros a descubrir la música de adoración."

