Santa Teresita de Lisieux murió el 30 de septiembre de 1897, a la edad de 24 años, de tuberculosis fulminante. La pequeña carmelita, hoy conocida en todo el mundo, terminó su corta vida con terribles sufrimientos. Pero un estudio toxicológico realizado hace un mes por el profesor Philippe Charlier, patólogo forense que dirige el laboratorio de la Universidad París-Saclay, reveló una causa adicional: Teresa de Lisieux sufrió una intoxicación por mercurio.
Los análisis se realizaron en un cabello de la santa, con motivo del centenario de la peregrinación a Herbitzheim, el "pequeño Lisieux de Alsacia". Esta peregrinación se celebra cada año desde 1925 en Pentecostés, en memoria de santa Teresita de Lisieux, varias de cuyas reliquias se conservan cuidadosamente en la iglesia. Hasta la Segunda Guerra Mundial fue la segunda peregrinación más importante de Francia, reuniendo a casi 600 mil personas cada año. Con el acuerdo y la contribución del Arzobispado de Estrasburgo, el profesor Charlier tomó dos cabellos de la santa antes de enviarlos a Dinamarca, donde los examinó con un colega danés, el profesor Rasmussen. Aunque uno de ellos resultó inutilizable, el otro permitió señalar varios elementos nuevos sobre las circunstancias de la muerte de Teresa.
Pasó las últimas cuatro semanas de su vida en la enfermería. El cabello estudiado corresponde exactamente a este período en términos de datación. Muestra claramente un proceso de agonía, su agonía: el cabello indica una fuerte disminución de la concentración de hierro y cobre —explicó el profesor Charlier a Aleteia—. Los análisis son formales: diez días antes de morir, Teresa presenta dos picos de mercurio. En 1897, este elemento químico se utilizó en medicamentos para tratar enfermedades venéreas o, como en el caso de Teresita, infecciosas. "Se administraba, por ejemplo, en casos de parásitos en los intestinos o... en casos de tuberculosis", continúa el profesor Charlier.
El médico del convento carmelita de Lisieux probablemente le dio un medicamento a base de mercurio para intentar salvarla, pero debió empeorar las cosas. Por lo tanto, podemos decir que santa Teresita murió de tuberculosis, pero también de una complicación iatrogénica (inducida por el medicamento o el médico).
Una cosa es cierta: si no hubiera sido por voluntad divina, Teresa habría muerto de tuberculosis de todos modos: ya había perdido un pulmón y estaba sufriendo el martirio. Fue el gran mal de finales del siglo XIX, hasta la llegada de los antibióticos con la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, tomar la medicación contribuyó a acelerar su muerte, afirma el profesor Charlier.

Centenario de la canonización de Teresita
"No conocía íntimamente a santa Teresa de Lisieux. Para comprender mejor a la mujer que finalmente se convirtió en mi paciente, leí Historia de un alma. Como a muchos otros, es difícil no conmoverse ante esta figura cuyas palabras tienen un significado universal", confiesa el profesor Charlier.
El 17 de mayo de 2025 también se cumplió el centenario de la canonización de Teresa de Lisieux. Durante su corta vida, alejada de las grandes hazañas místicas, trabajó para prepararse para el Cielo por el "caminito espiritual", una nueva espiritualidad de santidad en la vida cotidiana, dejada como legado al pueblo de Dios: "Soy demasiado pequeña para subir la áspera escalera de la perfección. Así que me dije: Dios no puede inspirar deseos irrealizables... Quiero buscar un camino pequeño, recto y corto, un sendero completamente nuevo... Y comprendí que solo el amor impulsaba a los miembros de la Iglesia a actuar..."
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