Tras un desengaño amoroso, a veces el corazón parece un rompecabezas al que le faltan piezas. Uno se pregunta cómo puede recomponerse. La buena noticia es que el rompecabezas puede volver a estar completo, ¡y tal vez con un diseño aún más hermoso que antes! He aquí algunas ideas -basadas tanto en la tradición católica como en la vida cotidiana- que pueden ayudarte a encontrar de nuevo la alegría, incluso cuando parece que la luz de tu interior se ha apagado.
1DEJA HABLAR A LAS EMOCIONES

Cuando el dolor golpea, es natural sentir todo tipo de emociones, y eso es perfectamente normal. "El Señor escucha a los que le invocan; los libra de todas sus angustias" (Sal. 34,18). Incluso en medio de las lágrimas, hay un suave susurro de esperanza. Tenemos que aceptar las lágrimas, darnos permiso para sentir realmente nuestras emociones. A veces, en medio de la tristeza, podemos reírnos de un recuerdo tonto o de un momento absurdo. ¿Por qué no aprovechar estos momentos? La risa puede ser un bálsamo sorprendente.
2adopta una rutina curativa
La curación no consiste solo en momentos épicos y cinematográficos. A menudo se encuentra en las pequeñas rutinas diarias que nos recuerdan la gracia. Empezar el día con una taza de café o té puede ser un buen ritual matutino. También es una oportunidad para rezar una oración rápida mientras disfrutas de tu bebida. Un "Buenos días, Dios, ayúdame a ser fuerte hoy" puede hacer maravillas.
La naturaleza también puede ser una buena terapia. Dar un paseo por el barrio o por un parque, escuchar el canto de un pájaro, sentir el sol en la piel y alabar a la Creación: todo esto ayuda a recargar las pilas. También puede ser una buena idea llevar un diario y escribir tus pensamientos. El simple hecho de poner tus sentimientos por escrito te permite reconstruir tu corazón.
3ENCONTRAR LA FE EN LAS PEQUEÑAS COSAS
A veces, la curación comienza con el reconocimiento de las pequeñas misericordias. Este era también el espíritu del "caminito" de santa Teresa de Lisieux, una espiritualidad basada en el amor vivido en los gestos cotidianos. Es bueno celebrar las pequeñas victorias, como pasar el día sin llorar o poder ir a trabajar en medio de la desesperación. O tal vez acoger una palabra amable de un amigo, o tomarse un momento de reflexión en silencio. En cada pequeño acto, podemos encontrar un destello del amor y el cuidado de Dios.
4RODÉATE del BIEN

El desamor suele provocar sentimientos de aislamiento, pero la soledad nunca es total. Basta con mirar a la tradición católica, llena de historias de santos que encontraron la esperanza en medio de la desesperación, como Isabel de Hungría. Su historia demuestra que incluso una ruptura puede marcar un principio, no un final. La comunidad cristiana puede ser un apoyo precioso.
Ya sea en una conversación tomando un café, en un grupo de estudio de la Biblia o en un momento de oración, contar tu historia revela el poder de la unidad. Entre viejos amigos o nuevos conocidos, unirse a un grupo de la iglesia o participar en eventos locales puede marcar la diferencia. A veces, una simple sonrisa de un desconocido basta para alegrar un día…
5NO OLVIDES DIVERTIRTE UN POCO
La curación no tiene por qué ser constantemente solemne. Hay que atreverse a dejar espacio para la alegría. ¿Por qué no exploras una salida creativa como bailar, pintar, cantar o incluso cocinar para despertar recuerdos felices? Sentir alegría, aunque sea en pequeñas dosis, permite que la belleza de la vida vuelva a abrirse paso suavemente en un corazón herido. Y el chocolate puede salvar vidas (en pequeñas dosis). No hay nada malo en morder una tableta de chocolate o zambullirse en la preparación de un pastel para compartirlo con los amigos…


