Muchos toreros celebran con devoción cada 13 de mayo la fiesta de san Pedro Regalado.
Este franciscano español es su patrón debido a un episodio de su vida parecido a aquel en el que san Francisco amansó al “hermano lobo”, que tenía aterrorizada a la ciudad de Gubbio.
La cuentan algunos de sus biógrafos y la sitúan la madrugada del 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, del año 1450.

Al salir del convento de El Abrojo, cerca de Valladolid, el monje se encontró con un toro que se había escapado de la plaza en la que se celebraba una fiesta.
Pedro rezó, se acercó al animal y le pidió que se agachara. El toro obedeció y el franciscano lo bendijo y le pidió que no hiciera daño a nadie.
También se relatan otros prodigios en la vida de san Pedro Regalado, como curaciones y bilocaciones.
Pero lo que le condujo a la santidad fue su unión con Dios, que propiciaba viviendo con radicalidad el carisma franciscano. Así contribuyó además a la reforma de su orden.

Pobreza y oración
Pedro nació a finales del siglo XIV en la ciudad española de Valladolid en una familia de origen judío que se había convertido al cristianismo.
Perdió a su padre cuando era muy pequeño, y su madre le llevaba a un monasterio de franciscanos con los que se vinculó para siempre. Cuentan que ingresó en la orden cuando tenía solo 14 años.
El reformador fray Pedro de Villacreces condujo al joven monje al eremitorio de La Aguilera, en la provincia de Burgos, donde llevó una vida muy austera centrada en la oración.
El 1412 fue ordenado sacerdote y recorrió pueblos predicando y ayudando a los necesitados.
Villacreces vio que Pedro Regalado vivía el espíritu de la reforma franciscana. Por eso le nombró vicario de los eremitorios de El Abrojo y La Aguilera. En este último falleció el 30 de marzo de 1456.
Allí fue enterrado y La Aguilera se convirtió en un lugar de peregrinación. Actualmente acoge la casa madre del instituto religioso Iesu Communio.

La comunidad que vive hoy en ese santuario, formada por más de 130 hermanas, tiene una devoción especial a san Pedro Regalado y se siente bajo su protección.
También la localidad de La Aguilera le venera como su santo patrón, así como la ciudad y la diócesis de Valladolid.


