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‘Los pecadores’: blues, religión y vampiros 

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José Ángel Barrueco - publicado el 13/05/25
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Ryan Coogler combina géneros en una de las películas más populares del año

El éxito de Los pecadores podría cambiar el sistema de estudios en Hollywood, dado que Warner aceptó las condiciones impuestas por su director, Ryan Coogler, para recuperar los derechos del filme pasados 25 años, además de percibir los beneficios de taquilla desde el primer día y asegurarse el montaje final, algo con lo que los cineastas suelen soñar (y solo unos pocos consiguen). Recordemos que Coogler ha dirigido pocas películas, pero en cada una de ellas ha intentado darle un giro a los géneros: Fruitvale Station, Creed, Black Panther y Wakanda Forever.   

Los pecadores gira en gran parte en torno a la fe y a la religión, lo que ha ocasionado cierta controversia. Algunos la tachan de anti-cristiana, mientras otros espectadores católicos niegan ese veredicto. A nosotros nos parece que el director no toma partido, sino que nos ofrece una evidencia cotidiana e incluso también histórica: que cada cual usa la religión en su beneficio, y unos lo hacen con intenciones positivas y otros con intenciones perjudiciales. Veamos algunos ejemplos:

Sinners cuenta con dos prólogos. En el primero nos muestran unos dibujos mientras una voz en off nos habla de ritos paganos y ancestrales, de tradiciones milenarias y de cómo “la música del diablo” puede atravesar la frontera entre los vivos y los muertos. En el segundo prólogo vemos a un muchacho ensangrentado entrar en una modesta capilla. Es Sammie (Miles Caton), a quien todo el mundo llama El Hijo del Predicador. Dentro está su padre, Jedidiah (Saul Williams: poeta, actor y músico), en plena homilía, quien le abraza y consuela. 

A partir de ahí un flashback nos relata los acontecimientos del día anterior, en el que transcurre la trama. Así, vemos cómo 24 horas antes Sammie entra a ver a su padre en la iglesia: éste le pide que le ayude a dar el sermón del día siguiente, y el hijo demuestra que se sabe citas de La Biblia de memoria. Al marcharse, Jedidiah le aconseja que se aleje de la música y sus conexiones sobrenaturales y añade: “Si sigues bailando con el diablo... un día te seguirá a casa”. Sammie sabe que pronto tendrá que elegir entre el blues y la iglesia, dado que su padre no le permite ambas opciones. 

El Hijo del Predicador se encuentra con sus primos, los gemelos Stack y Smoke (interpretados por el mismo actor: Michael B. Jordan), que regresan al Delta del Mississippi después de recorrer el mundo como soldados en la Primera Guerra Mundial y gángsters a las órdenes de Al Capone en Chicago. Cansados de esas correrías, han decidido abrir un local solo para negros en los que éstos puedan disfrutar de la música en directo, la bebida fresca y la comida casera: un lugar destinado a todos los que pasan la jornada recogiendo algodón para los blancos y partiéndose el espinazo en otras tareas ingratas o huyendo del Ku Klux Klan.

Los gemelos se reencuentran con sus parejas de antaño y retoman las relaciones. A pesar de su conducta fuera de la ley, ambos provienen de una tradición católica y a menudo invocan a Dios. Uno de los hermanos aconseja a Sammie que no siga sus pasos, que se dedique a componer música religiosa junto al Predicador, y se aleje de los problemas: éste no es un consejo de un anti-cristiano, sino de alguien consciente de que una vida de pecado le arrastrará hacia la sangre y los delitos. 

Fe, racismo, vampiros, unión familiar y tradiciones religiosas

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Cuando la fiesta está en pleno apogeo, tres vampiros blancos (uno de ellos de ascendencia irlandesa, a quien interpreta Jack O’Connell) tratan de irrumpir en el local. Su problema es que las criaturas sobrenaturales solo pueden acceder a un interior ajeno cuando son invitadas a entrar. En una escena crucial, el vampiro irlandés demuestra que también se sabe Las Escrituras y que incluso le reconfortan. Es decir, utiliza la religión en su propio beneficio. De los sistemas habituales para derrotarlos solo funcionan el sol, el ajo y las estacas, pero no se mencionan las cruces ni el agua bendita.

Otro aspecto positivo es el modo en que Coogler retrata las tradiciones a través del legado familiar y de la unión entre hermanos. Cuando comienza el asedio, los gemelos y sus compañeros saben que la unión es necesaria para enfrentarse a las adversidades. Esa relación de cariño y dependencia entre Stack y Smoke es una de las más entrañables de la temporada. El miedo al Ku Klux Klan también se incluye aquí, con lo que su director demuestra que ha rodado una especie de versión afro en clave de blues de “Abierto hasta el amanecer”, utilizando casi los mismos temas y varios paralelismos. 

Por otra parte, Ryan Coogler se crió en una familia católica (“Dios bendiga conceptos como IMAX”, dice en una entrevista concedida a GQ). Para asesorarse en temas religiosos, ha contado con la ayuda de la escritora Yvonne Chireau, quien comentaba en la revista digital Religion Dispatches lo siguiente: “Yo soy religioso; tú eres religioso. Cuando el cine y la televisión se toman la religión en serio, el público siente curiosidad por ella. Les ayuda a ver que la religión importa y que quizá quieran aprender más sobre ella. En cierto modo, esta película defiende el estudio de la religión”. 

Éstos son los planteamientos. Luego depende de cada espectador y su recepción de la película. Es cierto que todos los personajes son pecadores (salvo El Predicador) y que su mensaje reside en la libertad de elección. Pero se trata de un potente filme de acción, terror y entretenimiento, repleto de influencias de Stephen King, Steven Spielberg, John Carpenter y Quentin Tarantino, entre otros, y de tensiones entre lo sagrado y lo profano y múltiples símbolos: cruces, iglesias, amuletos, guitarras, humo de velas, serpientes de la tentación…

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