En estos últimos siglos, los Papas han tomado nombres de algún antecesor o un santo cuya nota característica quisieran ellos reproducir o continuar. Cuando el Cardenal Protodiácono anunció el nombre de León XIV, de inmediato se estableció una referencia con León XIII, el ‘Papa de los trabajadores’. Esa noche de su elección, dos Cardenales que compartieron la mesa en la cena con el Papa León XIV anunciaron a diferentes medios de comunicación (Cardenal Nemet a la cadena croata HRT, y Cardenal Chomalí a la chilena Tele Trece) que, en efecto, el Papa les había confirmado que su nombre establecía su programa en relación a León XIII. Finalmente, en su discurso al Colegio Cardenalicio el Santo Padre confirmó que, en efecto, su nombre obedecía a ello:
“Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de Doctrina Social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la Inteligencia Artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.”

Críticas a León XIII por Rerum Novarum
Cuando el Papa León XIII publicó Rerum Novarum recibió numerosas críticas que señalaban que se estaba metiendo en asuntos que no le competían. Tal falacia ayudó a que la Iglesia presentara, una vez más y a todo el mundo, que la moral social es parte del tesoro doctrinal de la Iglesia, según la sagrada Palabra y la sagrada tradición; ambas fundadas en la persona, testimonio y mandatos de nuestro Señor Jesucristo, e iluminadas en el permanente presente de la historia por el Espíritu Santo.
En junio 2004, el Papa san Juan Pablo II autorizó la publicación del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, fruto de un titánico esfuerzo encomendado al Pontificio Consejo Justicia y Paz. Este documento vino a sistematizar el tesoro de la moral social de una manera clara, breve y de fácil consulta. El mismo san Juan Pablo II y los siguientes pontífices –Benedicto XVI y Francisco– vinieron a enriquecer con su magisterio este tesoro.. Incluso el nuevo Papa, León XIV, ya también lo ha hecho en su profético llamado a la paz:
“En el dramático escenario actual de una tercera guerra mundial por partes, como afirmó el Papa Francisco en más de una ocasión, también yo me dirijo a los grandes del mundo, repitiendo el llamamiento siempre actual: '¡Nunca más la guerra!'
Llevo en mi corazón los sufrimientos del amado pueblo ucraniano. Se haga lo posible para alcanzar cuanto antes un paz auténtica, justa y duradera. Sean liberados todos los prisioneros y los niños puedan regresar con sus familias.
Me entristece profundamente lo que sucede en la Franja de Gaza. ¡Cese inmediatamente el fuego! Se preste ayuda humanitaria a la exhausta población civil y se liberen a todos los rehénes.
He acogido con satisfacción el anuncio del alto el fuego entre India y Pakistán, y deseo que a través de las próximas negociaciones se pueda alcanzar pronto un acuerdo duradero”.
¿La Iglesia puede ‘meterse’ en temas sociales?
¡No sólo puede!… ¡no sólo debe!… está –de hecho– en el mundo, constituida como sacramento universal de salvación (Lumen Gentium 48), y para ello tiene la misión fundamental de la evangelización, consciente de que esta es eminentemente social pues nos pone y expone a la luz del Evangelio; nos confronta como personas y sociedad al poder transformado de Jesús resucitado. Todo lo que compete al hombre, es de interés y competencia de la Iglesia.
En efecto, la Doctrina Social de la Iglesia es identitaria de su ser y de su misión; no es un añadido o algo secundario. De hecho, la Iglesia nunca ha dejado de anunciar el Evangelio y nunca ha dejado de llamarnos a su correspondiente praxis social pues no puede traicionarse a sí misma; el Espíritu Santo no lo permitiría.
Creer, celebrar y vivir
En la Iglesia se habla de tres leyes. Lo que se cree (profesión de nuestra fe trinitaria), lo que se celebra (sagrada y única liturgia –aunque con diferentes ritos–), y lo que se vive (la caridad). Esta última es, justamente, la base de la moral social. Estas tres leyes van de la mano; son indisolubles. No se pueden separar; no son un menú a la carta.
Por ello, en este inicio de pontificado, vale la pena orar para que la gracia de Dios –presente en la promesa Bíblica de Jesús al Apóstol san Pedro de atar y desatar, con efecto no solo terrenal sino celestial– asistan al Santo Padre León XIV en su ministerio petrino, a fin de que nos confirme en la fe, no como acto intimista (pero sí íntimo) sino eminentemente social.

