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Cómo descubrir tu misión y vocación 

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Guillermo Dellamary - publicado el 13/05/25
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La adolescencia y juventud son etapas de paradojas: anhelamos libertad, pero nos asusta la incertidumbre; queremos dejar huella, ¿Cómo saber mi misión y vocación?

En un mundo que nos exige tomar decisiones rápidas —qué estudiar, qué trabajo buscar, qué persona ser, con quién casarte—, muchos jóvenes se sienten perdidos, como si navegaran sin brújula, al no conocer su vocación y misión. 

Sin embargo, esta búsqueda no es un problema a resolver, sino un viaje íntimo y valioso para conectar con quien realmente eres. No se trata de encontrar respuestas perfectas, sino de aprender a escuchar nuestra voz interna y diseñar un plan de vida que nos permita crecer con autenticidad.

Imagina que tu vida es una historia

La misión sería el tema central de esa historia: aquello que le da sentido profundo, como la justicia, creatividad o conexión con otros. No está atada a un título profesional ni a un salario, sino a preguntas como: ¿qué me impacta del mundo?, ¿qué quiero aportar a los demás? 

La vocación, en cambio, es el estilo con el que escribes esa historia. La psicología con figuras como Carl Rogers y Abraham Maslow, nos recuerdan que la autorrealización nace del autoconocimiento. Para ello, necesitamos hacer una pausa del ruido exterior y explora tres dimensiones:

1Tus valores irrenunciables

Piensa en momentos en los que te sientes pleno o, por el contrario, incómodo. ¿Qué temas estaban en juego? Quizás descubras que la libertad es esencial para ti, o que la colaboración te llena más que la competencia. Estos valores son faros en la niebla: si eliges un camino que los contradice, sentirás que traicionas tu esencia. 

2Tus fortalezas invisibles

A veces subestimamos lo que se nos da bien y fácil. Pregúntate: ¿qué hago sin esfuerzo aparente?, ¿en qué situaciones los demás me piden ayuda? Quizás seas bueno mediando conflictos, organizando ideas o transmitiendo calma. Estas habilidades no son casualidad; son semillas de tu vocación.

3El lenguaje de tus emociones

La ansiedad, el aburrimiento o la euforia son mensajes cifrados. Si una decisión te quita el sueño, tal vez no esté alineada contigo. Si algo te atrae a pesar del miedo, podría ser una señal de crecimiento. Aprender a distinguir entre el miedo que paraliza y el que emociona es clave.  

Es natural sentir miedo al elegir. Nuestra mente, influenciada por mitos como el de la "elección perfecta", puede sabotearnos con pensamientos como: ¿y si me equivoco?, ¿y si decepciono a mi familia?

Aquí, la psicología cognitiva nos ayuda a cuestionar esas creencias. Por ejemplo, ¿realmente existe un solo camino válido? La vida no es un tren con una única estación, sino un paisaje que se transforma mientras caminas. Hasta los "errores" son atajos que enseñan lo que necesitamos aprender.

4Miedo a la libertad

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También está la presión social, ese murmullo que nos dice cómo deberíamos ser. El filósofo Erich Fromm hablaba del "miedo a la libertad": preferimos imitar caminos ajenos antes que asumir la responsabilidad de ser nosotros mismos. 

Para romper este ciclo, pregúntate con honestidad: ¿estoy eligiendo por convicción o por miedo al rechazo? No hay respuesta incorrecta, solo oportunidades para reajustar la brújula. 

Un plan de vida no es un contrato irrevocable, sino un mapa dinámico que se redibuja mientras exploras. Empieza con una visión amplia: ¿Cómo quiero que me recuerden? ¿Qué huella emocional quiero dejar?. Luego, divide ese horizonte en pasos pequeños y concretos. Por ejemplo, si tu misión es promover la salud mental, tu vocación podría estar en estudiar psicología, crear contenido en redes sociales o servicio social en comunidades. Cada paso cuenta, incluso si parece algo simple. 

Genera momentos de estudio para aprender: como  cursos, charlas con expertos, proyectos temporales. Estos ejercicios te darán información valiosa sobre lo que va contigo. Además, busca guías —no ídolos—, personas que te hagan preguntas incómodas y celebren tus avances sin imponer sus ideas.

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