Antes de llegar a la logia y ser presentado como el 267º Papa de la Iglesia Católica, León XIV fue Robert Prevost, un agustino que llegó por primera vez a Perú como misionero. Luego de pasar más de 11 años en este país, volvió a Estados Unidos y no regresó hasta el 2015, cuando se convirtió en el Obispo de Chiclayo.
Como obispo en esta diócesis peruana fue cercano a todos. Así lo testifica Marlyn Arqueros, Cruzada de Santa María, quien colaboró estrechamente con él, tanto en la Universidad Católica de Santo Toribio Mogrovejo -de la que Mons. Robert fue canciller y Marlyn profesora- como en su labor pastoral.
“Mi pueblo tienen que saber que su obispo está aquí”

Marlyn, encargada de grupos de catequesis junto a sus hermanas de la Milicia de Santa María, recuerda que Mons. Robert no perdía oportunidad de visitar comunidades, por alejadas que éstas estuvieran.
“Él decía ‘zapatero su zapato (...) mi pueblo me tiene que conocer, mi pueblo tiene que saber que tiene a su obispo aquí’. Eso fue muy bonito”.
Rememora, con especial admiración, su trabajo en favor de los damnificados por dos grandes desastres naturales que afectaron a la ciudad.
Impulsando a Cáritas y movilizando ayuda internacional, hizo equipo con laicos voluntarios y recorrió las calles llevando ayuda “estando en la calle, viviendo con ellos esos momentos”; hoy, Cáritas de Chiclayo se alegra por su elección porque saben que Dios lo ha elegido por el corazón que tiene.
Junto a sus hermanas de la Milicia, también se maravillan. Para ellas, ha sido como un proceso en el que, primero, Dios lo mandó a encontrarse con el pueblo, a ver cómo está el mundo, a salir a las calles; para después de haberlo visto, llamarlo a ser obispo, cardenal y, ahora, pontífice.

Sus grandes preocupaciones como pastor
Como obispo, su actividad pastoral no solo fue cercana, también fue firme “con criterios y una sana doctrina”. Se centró “en transmitir la verdad, en ir a lo esencial” para ayudar a las personas a consolidar su fe.
Pero también, fue un pastor muy preocupado por los sacerdotes, por darles acompañamiento, trabajo pastoral y una formación sólida y muy humana. La familia y la defensa de la vida fueron otras de sus palpables preocupaciones.
Y con los jóvenes, Monseñor no paró de escuchar y llamar a los demás a abrirse al diálogo, recordándoles que los retos a los que se enfrenta la juventud son grandes y diferentes.

Marlyn resalta el trato que tuvo Monseñor Robert con los jóvenes de la Universidad en el marco de la JMJ de Lisboa. Cuando un grupo de estudiantes manifestaron su interés en asistir, él se encargó personalmente de ayudar con los trámites, apoyar a los asesores de grupo y organizar un envío.
En el arzobispado, les colocó una cruz misionera y su kit de peregrinos; en Lisboa, los buscó para reunirse con ellos, platicar, responder sus dudas y llamarlos a prestar mucha atención a los mensajes del Papa Francisco; y en Roma, al finalizar la Jornada, los llevó a conocer la Capilla Sixtina, realizando el recorrido con ellos y explicándoles siempre con una sonrisa.

Un pontífice marcado por lo vivido en Perú
La pequeña ciudad de Chiclayo, que actualmente tiene menos de 800 mil habitantes, se destaca por su fe católica; algo que ayudó a Mons. Prevost a crear lazos con las comunidades que hoy celebran al Papa peruano, quien en su primer discurso, los saludo con cariño palpable.
“La fe popular la ha valorado bastante, y eso, yo creo, ha hecho que también tenga muchos lazos muy fuertes con nosotros, que es lo que todas las personas de la parroquia están comentando”.
Y, sobre su elección y la emoción que se vive en Chiclayo, añade: “Me da tanta alegría; digo, ‘señor, gracias porque nos has mirado, de verdad te has fijado en lo más pequeño, en lo más pobre’, porque de verdad que somos una ciudad humilde”.
Pero su paso por América del Sur, en opinión de Marlyn, no solo dejó lazos, sino que afinó su misión como servidor de Cristo, y ahora como Papa. Sobre el nombre que eligió, señala:
“Yo creo que lo ha elegido justamente por la situación que ha vivido, que ha visto aquí”.
Siendo Perú un país marcado por la corrupción, la pobreza y la injusticia social, es posible concluir que el ahora Papa León XIV querrá continuar con la labor de León XIII a favor de los obreros, a favor del trabajo digno y los derechos.

Un Papa prudente
Como una de sus principales virtudes, esta laica consagrada destaca su prudencia.
“Es una persona muy prudente, eso de verdad que te lo aseguro. Antes de decir algo, se prepara (...) es más, lo vi en su discurso; yo creo que lo habrá escrito para decir lo esencial, lo que necesita, lo que sale del corazón, lo que Dios le dice, cosas concretas. Entonces, veo un Papa muy prudente, Dios le va a dar la gracia”.
Y, recordando el pasaje de Jesús con la mujer sorprendida en adulterio, concluye: “El Papa va a saber cómo dialogar (...) es muy prudente, tiene que escuchar, tiene que acoger a todos”. Marlyn está segura que, así como el Papa Francisco supo transmitir esto, León XIV también lo hará.

