¡"Calmatevi, per favore! ¡Calma! Calma!" La intervención de un empleado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede para intentar proteger a un cardenal italiano rodeado por un bosque de micrófonos y cámaras cerca de la frontera entre Roma y el Vaticano que palidece en comparación con la excitación de los miles de periodistas desplazados para cubrir el cónclave.
"La elección de los Papas siempre ha atraído una gran atención mediática, pero lo que es diferente este año es la proliferación de canales de noticias, páginas web y blogs, lo que ha creado un nuevo modelo de comunicación, que puede resultar desestabilizador e incluso violento para algunos cardenales, sobre todo los más veteranos", afirma un experto vaticanista.
"¿Cree usted que puede convertirse en el próximo jefe de la Iglesia católica?", preguntaban de frente los periodistas a cardenales cuyos nombres y orígenes desconocían, mientras sus colegas más avezados miraban consternados, deseosos de abordar cuestiones más sutiles.
Los ecos de las reuniones de los cardenales en los últimos días han revelado líneas de pensamiento a veces contradictorias, que el futuro Papa deberá sintetizar: algunos testimonian la importancia creciente de Asia y del hemisferio sur, y el deseo de ampliar la atención a los pobres y a los más pequeños, en fidelidad a la línea seguida por el Papa Francisco. Otros apuntan a la necesidad de un cierto reenfoque institucional y de un retorno a una teología más clásica, en la tradición de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Alrededor del Vaticano y más allá, la burbuja mediática que rodea al cónclave es el ritmo de la vida cotidiana en Roma. Algunos propietarios se forran alquilando sus terrazas a los medios de comunicación, dispuestos a desembolsar enormes sumas para estar presentes y visibles en este acontecimiento mundial. Pero se están poniendo en marcha otros dispositivos originales y menos costosos. Por ejemplo, en la terraza de un restaurante de Borgo, un programa de televisión ve a varios expertos y sacerdotes con alzacuellos romano debatir sobre las delicias de la cocina italiana en una situación real, con otros clientes y el personal de servicio como telón de fondo… Cerca de la plaza de San Pedro, los "stand-ups" de los periodistas de televisión son observados con curiosidad por peregrinos y otros periodistas deseosos de "pillar" algo de información y contactos. El pequeño mundo de los medios de comunicación se mide y se cruza con una mezcla de benevolencia, celos y fastidio.

De la emoción a la oración
El domingo, la "caza de los cardenales" se extendió por toda Roma, a las parroquias donde los cardenales ejercen su cargo y donde los fieles observaban incrédulos cómo los periodistas llevaban sus equipos de televisión. La fluidez en italiano del cardenal francés Jean-Marc Aveline en su parroquia de Santa Maria ai Monti fue especialmente notable, pero ha dado lugar a interpretaciones divergentes. "Hay algo en el arzobispo de Marsella que está creciendo", dijo un experto vaticanista. "Le está dando demasiada importancia, da la impresión de una campaña electoral… Los otros cardenales estarán molestos", comentó otro.
A finales de la semana pasada, una noticia de la prensa italiana causó conmoción. Se decía que el cardenal Pietro Parolin, figura clave de la Curia Romana como Secretario de Estado de la Santa Sede bajo el pontificado de Francisco, y uno de los papables más vigilados, se había puesto enfermo y había sido atendido por los médicos durante una hora al margen de las Congregaciones Generales.
¿Es cierto? "No", respondió secamente el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un intercambio con periodistas. ¿Podría ser este malestar una fake news? ¿O es el propio desmentido del Vaticano una fake news? Las animadas discusiones dividen a los expertos vaticanos.
Objeto de ataques mediáticos por una serie de temas delicados -la gestión de los abusos, las relaciones con China, las finanzas vaticanas-, el cardenal italiano de 70 años ha sufrido varios incidentes de salud desde su nombramiento como "número dos" del Vaticano en 2013, sin dejar de desempeñar sus funciones y viajar por todo el mundo, incluso a países en guerra. Pocas horas después de que se difundiera el rumor, el cardenal Parolin fue visto en la basílica de San Pedro, visiblemente sereno y sonriente, bendiciendo felizmente a los fieles.
Estos días en Roma, toda una comunidad humana está viva, vibrante y apasionada por la elección del nuevo Papa. En contraste con la mayoría de los cardenales que quieren evitar a toda costa el contacto con la prensa, el cardenal no elector Gregorio Rosa Chávez, procedente de El Salvador, responde varias mañanas seguidas con caridad y paciencia a las preguntas de los periodistas, ofreciéndoles imágenes de san Óscar Romero, el arzobispo martirizado durante la misa de 1980, de quien era íntimo amigo y colaborador.
Al ser interpelado por un sacerdote canadiense que pidió a los cardenales "no elegir a un progresista como Bergoglio", el cardenal latinoamericano, fiel defensor del legado del pontífice argentino, respondió con calma y sin nerviosismo: "Vamos a rezar". Al fin y al cabo, de eso se trata para los cardenales que tendrán que elegir a uno de los suyos: de rezar para discernir quién tendrá la talla para convertirse en el sucesor de Pedro. Con este cónclave, nunca antes un retiro espiritual había suscitado tanto interés en todo el mundo.


