El piloto Bartosz Ostałowski es la prueba viviente de que la determinación puede desafiar todos los límites. Apasionado del automovilismo y la pintura desde muy joven, este polaco de 39 años vio sus sueños truncados a los 20, cuando un accidente de moto le hizo perder los dos brazos. Esta tragedia podría haberle frenado en seco, pero hizo todo lo contrario: se convirtió en el inicio de un extraordinario renacimiento.
Ese día, Bartosz circulaba en moto por una carretera comarcal cuando un coche apareció de repente por un carril lateral. La colisión parecía inevitable. Por reflejo, intentó una maniobra de emergencia y bajó la moto para evitar el impacto directo. Pero iba demasiado rápido y chocó violentamente contra las barreras de seguridad. El accidente fue increíblemente violento. Cuando despertó en el hospital, la realidad le golpeó con fuerza: le habían amputado los brazos. Su mundo se vino abajo. "Después del accidente, sentí un profundo malestar psicológico ante la idea de no poder seguir conduciendo. Me dije a mí mismo que todo había terminado. Lo que sentí después del accidente fue un verdadero calvario. Tuve que volver a aprenderlo todo, como un niño", cuenta a Aleteia Polonia.
Sumido en la duda, Bartosz creyó durante un tiempo que todo estaba perdido. Cada movimiento se convertía en un reto. Pero un encuentro con Katarzyna Rogowiec, una atleta paralímpica que ha superado un destino similar, cambió su perspectiva. Se da cuenta de que su futuro no lo define su discapacidad, sino su determinación para superarla. "Ese fue el primer momento en que pensé que tal vez encontraría una forma de ser más independiente", recuerda.
Competición de drift con pilotos sin discapacidad
Decidido a redescubrir sus pasiones, se propuso un doble reto: redescubrir su pasión por la pintura y volver a ponerse al volante. Se unió a una comunidad de artistas que pintan con la boca y los pies, perfeccionó su técnica y expuso sus obras por toda Europa. Pero su último sueño seguía siendo conducir un coche. Con ingenio y perseverancia, aprendió a conducir con el pie derecho. "Descubrí que había gente que conducía con los pies. Empecé a buscar en Internet. En cuanto vi un vídeo que demostraba que era posible, me compré inmediatamente un coche con cambio automático", explica. El pie izquierdo en el volante, el derecho en el acelerador y el freno. Lo que parecía impensable se hizo realidad: Bartosz participa ahora en competiciones de drifting, un deporte extremo que requiere precisión y velocidad.
En la actualidad, Bartosz Ostałowski es el único piloto profesional del mundo que domina el drifting con un pie y compite junto a pilotos sin discapacidad, ganando medallas y récords, incluido el Guinness 2022 a la mayor velocidad de derrape sin manos, con 231,66 km/h. En 2024, Bartosz ocupó el tercer puesto en la clasificación general de la categoría semiprofesional y se proclamó subcampeón polaco de drifting en dos ocasiones.
Más allá de sus logros deportivos, Bartosz comparte su experiencia a través de charlas motivacionales, animando a todo el mundo a superar sus propios límites. "Hay que trabajar todos los días, y luego, como con mi pintura, te sorprenderás de lo que has conseguido sin ni siquiera sentir realmente el esfuerzo. Basta con entrenar media hora al día en lo que se quiere mejorar, y los resultados llegarán". "Lo que cuenta es la constancia y la perseverancia".

