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Sor Tosca Ferrante: de la policía al convento

Soeur Tosca Ferrante
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Anna Ashkova - publicado el 30/04/25
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Un encuentro significativo con un joven delincuente llevó a la oficial Tosca Ferrante a convertirse en monja en la comunidad de las Hermanas de María Reina de los Apóstoles

Antes de encontrar su verdadera vocación , la hermana Tosca Ferrante fue policía en Italia. Hija de un militar napolitano, se unió a la policía a los 19 años. "Mi padre nos transmitió a mí y a mi hermano, que sirve en el ejército, los valores de la justicia y la solidaridad con el prójimo", explicó en una entrevista con el medio italiano Avvenire el 8 de febrero de 2025.

Pero a pesar de su alegría por ser parte de la fuerza policial nacional, admite haber sentido cierta ansiedad por su futuro.

“Me preguntaba constantemente sobre el sentido de la vida y cómo Dios quería compartirla conmigo”, recuerda sobre aquel periodo tan intenso.

¿En qué te estás convirtiendo?

Y el Señor le mostró el camino a seguir durante un encuentro con un joven delincuente, al que debía mantener bajo custodia en la comisaría de Torpignattara, en Roma, mientras esperaba instrucciones.

“Este joven menor había cometido un robo”, recuerda la Hermana Ferrante. “Era su primera vez. Empezó a llorar, dijo que tenía miedo. Me pidió que lo abrazara y le dije que no. No pude, iba de uniforme”.

Su propia negativa la impactó. El niño le había pedido un abrazo, un gesto cálido y protector, pero ella lo había rechazado. "Al llegar a casa, me miré al espejo y pensé: '¿En qué te estás convirtiendo?'", dice la hermana Ferrante.

Este fue el comienzo de su verdadero encuentro con Dios, el inicio de un profundo discernimiento. La llevó a unirse al Instituto Reina de los Apóstoles para las Vocaciones, una congregación de la Familia Paulina, fundada en Italia en 1959 por el Padre Giacomo Alberione.

Una transición natural

“La transición de la policía a la vida religiosa no fue dramática para mí; fue natural”, dice la hermana Tosca.

Los cinco años que pasó en la policía fueron en realidad para ella una escuela de humanidad y de servicio a los demás.

"Conocí a tanta gente sufriendo: delincuentes, drogadictos, jóvenes, prostitutas, borrachos. Vi tanta pobreza, tanta hambre y también tanta maldad. Estos encuentros me hicieron comprender lo que Dios quería para mí".

Hoy, a sus 55 años, comprende que fue su deseo de cuidar a los demás, a través de la entrega de su propia vida, lo que la condujo a Dios. En 2024, celebró el 25.º aniversario de su profesión religiosa y fue nombrada Superiora General de las Hermanas de María Reina de los Apóstoles.

Es también responsable de la pastoral vocacional y juvenil, además de coordinar el servicio regional de protección de menores y adultos vulnerables en Toscana.

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