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Escuchar a las personas es una gran obra de caridad

Escuchar es una obra de misericordia
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Mónica Muñoz - publicado el 30/04/25
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Dar buen consejo al que lo necesita es una obra de caridad espiritual, pero para comprender qué hay que decir, primero hay que saber escuchar al hermano

Las enfermedades del siglo son aquellas que se relacionan con las emociones. Por eso, ahora es más común que la gente acuda a terapia psicológica en busca de una solución a sus problemas. Sin embargo, esas personas tienen algo en común: buscan quien las escuche.

Una obra de misericordia

Asimismo, el tren de vida actual nos hace comprender que escuchar se ha convertido en una verdadera obra de misericordia porque es complicado prestar atención por un tiempo prolongado a quien desea abrirnos su corazón.

Dice la carta de Santiago:

"Tengan bien presente, hermanos muy queridos, que debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos" (Stg 1, 19).

Escuchar y no hablar

Ahora bien, para mantener una escucha activa con el prójimo, es necesario seguir algunas sencillas reglas que nos ayudarán para que el otro sienta que apreciamos su confianza.

1No interrumpir

Escuchar solamente y no hablar es una verdadera demostración de respeto y empatía. Recordemos que la persona quiere contarnos lo que le ocurre, y si bien podríamos dar un extraordinario consejo, lo más importante es permitir que el otro se exprese y se desahogue.

Actuemos como lo haría Dios. Dice la primera carta de Juan:

"Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha si le pedimos algo conforme a su voluntad" (1Jn 1, 14).

2Abrir el corazón

Nuevamente la empatía debe aflorar. Cuando las personas tienen necesidad de compartir sus pensamientos y sentimientos hay que abrir el corazón. Se nota cuando en verdad nos interesa lo que la otra persona tiene que decir, y también cuando no nos importa.

Pensemos que quizá, en algún momento, también a nosotros se nos puede ofrecer que alguien más nos escuche atentamente.

 "Que escuche el sabio, y acrecentará su saber" (Prov 1, 5).

3No aconsejar antes de tiempo

Es curioso, pero muchas personas se han dejado influir tanto con lo que ven en las redes sociales o en los medios de comunicación que ya se sienten expertos terapeutas.

Entendamos que escuchar no se trata dar una consulta, tampoco de aconsejar, a menos que la persona pida nuestro parecer, pero se da el caso de que a algunos se les ocurre platicar la experiencia de otra amigo que pasó por algo semejante, y lo único que consigue es hacer sentir al otro que su caso no es relevante o que lo puede solucionar exactamente con lo que le estamos diciendo, aunque no se trate del mismo caso.

"El que responde antes de escuchar muestra su necedad y se atrae el oprobio" (Prov 18, 13).

4Respeto absoluto

Con esto nos referimos a no hacer juicios. Respetar las expresiones de quien habla es fundamental. Por eso es tan complejo, porque dejar hablar a la otra personas sin adelantar pensamientos negativos, puede ser un reto. Por eso, puede ayudar hacer un ejercicio mental en el que imaginemos el rostro de Cristo en el del hermano que nos esta confiando sus sentimientos.

"No juzguen, para no ser juzgados" (Mt 7, 1).

5Cero distracciones

Es indispensable dejar de lado distracciones como el celular. Tener a la mano el dispositivo móvil solamente nos hará caer en la tentación de mirarlo a cada rato, haciendo sentir al hermano que lo que dice es aburrido, que tenemos prisa y que sencillamente, no nos interesa lo que tiene que decirnos.

 "El que dice: 'Amo a Dios', y no ama a su hermano, es un mentiroso" (1Jn 4, 20). 

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