A lo largo de la historia de la Iglesia Católica, los papas han sido elegidos a edades muy diversas, incluso a los 20 años.
Según I.Media, en los últimos siglos, la mayoría de los papas tenían más de 60 años cuando fueron elegidos:
"Desde 1800, la edad media de un papa en el momento de su elección ha sido de casi 66 años.
Los tres papas de mayor edad que salieron de la Capilla Sixtina tras las votaciones fueron Benedicto XVI (78), Francisco (76) y Juan XXIII (76).
Pío IX, elegido en 1846, fue el más joven (54). Juan Pablo II tenía 58 años cuando se convirtió en Papa".
Pero algunos papas fueron elegidos cuando eran mucho mayores, con múltiples papas elegidos en sus 80 años y al menos uno elegido cuando tenía 90 años.
Papa Bonifacio VI
Pocos conocen sobre el papado de Bonifacio VI, y ello por múltiples razones. En primer lugar, fue papa de la Iglesia Católica en 896.
En segundo lugar, su papado fue uno de los más breves, pues solo duró un total de 15 días.
Esto pudo deberse a su avanzada edad, ya que fue elegido cuando tenía 90 años.
La Enciclopedia Católica ofrece un breve resumen de su papado:
"Un romano, elegido en 896 por la facción romana en un tumulto popular, para suceder a Formoso. Había sido condenado dos veces a la privación de las órdenes, como subdiácono y como sacerdote. En el Concilio de Roma, celebrado por Juan IX en 898, su elección fue declarada nula. Después de un pontificado de quince días, algunos dicen que murió de gota, otros que fue expulsado a la fuerza para dejar paso a Esteban VI, el candidato del partido espoletano".
No se le conoce por ninguna gran reforma y la Iglesia Católica no lo considera un santo.
Aunque algunos afirman que fue apartado del ministerio sacerdotal antes de convertirse en Papa, sigue figurando como sucesor de san Pedro en la lista oficial de papas del Vaticano.
El papado más breve del que se tiene constancia es el de Urbano VII. Su papado duró solo 13 días, dos menos que el de Bonifacio VI.
A pesar de ser un papado tan extraño, la Iglesia sigue sosteniendo que el Espíritu Santo preservó a la Iglesia de cualquier error oficial y que la línea de papas desde san Pedro no se ha roto.
Es otro ejemplo de que los caminos de Dios no son nuestros caminos y que incluso puede utilizar aparentes fracasos para su mayor gloria.
