En un reportaje realizado hace unos años por una famosa plataforma de streaming, el Papa Francisco entraba en una habitación de las afueras de Roma. Mirando por la ventana, dijo: "Roma está tan sucia… ¡pero es tan bonita!" El pontífice, conocido por su gusto por los paseos urbanos desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, realizó una última excursión el sábado 26 de abril de 2025. Poco después del final de su funeral, su féretro fue colocado en un papamóvil blanco antes de abandonar el Vaticano por una puerta del sur del Estado. A continuación fue trasladado a la basílica de Santa María la Mayor, al otro lado del centro de Roma, donde había elegido ser enterrado.
A lo largo de todo el recorrido del Pontífice, bajo un hermoso sol casi veraniego, los romanos, peregrinos y turistas presentes esperaban para darle un último hurra. Una vez cruzado el Tíber, la procesión adquirió un aire imperial, subiendo por el Corso Victor-Emmanuel, pasando por delante del Altar de la Patria y cruzando después el Foro Romano, como los agustinos de la antigua Roma. Aunque los papas son herederos históricos del desaparecido Imperio Romano, no es seguro que al Papa Francisco le hubiera gustado la comparación. Pero a lo largo del camino, la multitud aplaudió a su pontífice. Tras pasar por delante del Coliseo, adonde no había podido ir el Viernes Santo por el tradicional Vía Crucis, el Papa subió a la colina del Esquilino, en cuya cima se encuentra la basílica de Santa María la Mayor.
Allí fue recibido, como era su deseo, por pobres y emigrantes de todo el mundo, entre ellos varios musulmanes. Al repicar las campanas de la basílica, la multitud romana congregada en masa ante el edificio mariano gritó sus últimos vítores.
"Vine para la canonización de Carlo Acutis, pero luego me enteré de que el Papa Francisco había muerto, así que me quedé", explicó Juan de Dios, un español de Aguilar de la Fronteira, en la región de Córdoba, que había acudido a la basílica de Santa María la Mayor con su esposa Carmen y su hijo Álvaro. "Es muy importante y bonito estar allí como cristianos, para despedir a quien representa a Jesús en la tierra", explica.
Yves y Rosanne, dos franco-americanos residentes en Filadelfia, vinieron a Roma de vacaciones para aprender italiano. Aunque no son creyentes, estos dos sesentones fueron educados en la fe cristiana y decidieron ir a ver el cuerpo del Papa expuesto en la Basílica de San Pedro cuando se enteraron de su muerte.
"Respetamos mucho al Papa Francisco", dice Yves, "ha llevado el mensaje de Cristo durante toda su vida". Así que el sábado volvieron a verle a las afueras de Santa María la Mayor. "Queríamos demostrar que respetamos su mensaje", afirma.
Rosanne recuerda con emoción la visita del Papa a su ciudad, en Filadelfia, en 2015. "Habló de nuestra independencia y del respeto que debemos mostrar a todas las religiones", rememora.
Vincenzo, romano, también acudió a ver la visita del Papa… pero tuvo que hacerlo porque no podía volver a su casa, cerca de Santa Maria la Mayor. "Por el Papa Francisco, no es un problema", sonríe. "Se lo merece".
La sepultura del Papa Francisco:


