Ante cualquier adversidad que enfrentemos en el mundo, la Divina Misericordia se presenta como un refugio de paz, un llamado a la confianza y un compromiso con el amor concreto al prójimo para convertirnos en apóstoles de su Divina Misericordia. Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca del siglo XX, fue escogida por Dios para ser su secretaria personal al invitarla a escribir cada parte tal cual como el Señor le iba diciendo.
Con el fin de recordarle al mundo que su misericordia es infinita y que todos están invitados a sumergirse en ella con total confianza. Es por eso que cada segundo Domingo de Pascua recordamos con confianza y amor el día de la Divina Misericordia, la cual también nos es presentada como la última tabla de nuestra salvación.

Confiarnos como apóstoles a la Divina Misericordia

Santa Faustina nos transmitió, a través de su diario espiritual, las palabras del mismo Jesús: "La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300). Esta confianza es el primer paso para abrirnos al amor sanador de Dios.
Confiarse a la misericordia divina no significa ignorar nuestras debilidades, sino acercarnos a Dios tal como somos, sin máscaras ni miedo, sabiendo que Él no se cansa de perdonarnos. Jesús le dijo a Sor Faustina:
"Cuanto más grande es el pecador, tanto mayor es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).
Esta frase transforma completamente la lógica humana del juicio y el castigo. Dios quiere abrazarnos, no rechazarnos. Con ayuda de santa Faustina Kowalska veremos algunas maneras en las que podemos ser apóstoles de la Divina Misericordia al mundo mientras nos confiarnos a ella.
1Ser misericordiosos como el Padre con obras
La experiencia de la misericordia no se puede quedar solo en el alma; debe traducirse en gestos concretos. Jesús le dijo a Sor Faustina: "Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. "Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes" (Diario, 742). Sor Faustina dejo en su diario cómo podemos aplicar las obras de misericordia de la siguiente manera:
Por la acción: Ayudando al necesitado, acompañando al enfermo, compartiendo lo que tenemos.
Por la palabra: Consolando, alentando, hablando con respeto y verdad.
Por la oración: Ofreciendo nuestras súplicas por los demás, especialmente por los pecadores.

2Orando la Coronilla a la Divina Misericordia
Este rezo tan hermoso que se reza a las 3 de la tarde, pedimos a Dios su misericordia para nosotros y para el mundo entero, pues sin él estaríamos completamente perdidos.
Este rezo también nos recuerda que su misericordia se abrió hacia el mundo entero y así poder acercarnos a Dios y confiarle nuestras intenciones.
Hacer de esta oración un hábito, te ayudará a estar en unión con Cristo y con su misericordia que se derrama por completo en nuestros corazones.
3Perdonar de corazón

Si somos acreedores a recibir la misericordia de Dios, es meramente por su gran amor, nos mira con ternura y perdona nuestras fallas, es por eso que es misericordioso con nosotros.
De la misma manera que estamos llamados a perdonar a quienes nos ofenden o nos desean el mal, pues así estaremos transmitiendo al mundo esperanza.
4Amar siendo apóstoles
El gran llamado no solo es acercarnos a Él con confianza, sino replicarla en nuestra familia, trabajo y en cualquier lugar, ya lo decía San Juan Pablo II, fiel devoto y apóstol de la Divina Misericordia: "La misericordia es la segunda palabra para el amor".
Quien, por cierto, instituyó que cada segundo Domingo de Pascua recordemos a la Divina Misericordia, el 30 de abril del año 2000, durante la canonización de Santa Faustina Kowalska, añadiendo:
"A partir de ahora, en toda la Iglesia, este segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia".

