Cuando Antonio Spadaro, jesuita, teólogo y ensayista, le envió a Martin Scorsese su nuevo libro, Una trama divina, antes de su publicación, el manuscrito incorporaba un prólogo del Papa Francisco. El cineasta quedó tan conmovido tras la lectura de esa introducción que empezó a reflexionar al respecto y se sintió invitado a responder:
"Me sentí interpelado en lo más profundo por su llamamiento a los artistas".
Dado que él es, en primer lugar, director de cine, su respuesta consistió en un brevísimo guión para una posible película sobre Jesús de Nazaret.
La cita anterior y ese guión, que apenas ocupa unas 14 páginas, pueden encontrarse en el último capítulo del libro que Espasa Calpe acaba de publicar: "Diálogos sobre la fe", que recopila las conversaciones que Spadaro mantuvo con Scorsese durante años y que han sido traducidas en España antes que en Estados Unidos.
En esa especie de esbozo de guión el director de "Malas calles" cuenta cómo tuvo una revelación en el monasterio de Santa Catalina, al pie del monte Sinaí de Egipto, junto a su mujer (Helen) y su hija pequeña (Francesca), y cómo se sorprendió al ver un fresco bizantino del siglo VI: un retrato de Jesús, el Pantocrátor del Sinaí. Antes de llegar a ese punto estructura una historia en la que incluso está trazado el montaje: imágenes de símbolos religiosos se van mezclando con escenas de películas espirituales y/o inspiradas en La Biblia y una voz en off que dice cosas como ésta:
"Como millones de niños en todo el mundo, me crié con imágenes de Jesús a mi alrededor, todas ellas basadas en una idea muy extendida de su aspecto y de su comportamiento: guapo, con barba y melena largas y hermosas, sobrenatural, piadoso…".
El Cristo de Pasolini: la humanización de Jesús

La voz en off continúa explicando que, desde sus inicios como cineasta, se había planteado dirigir una película en torno a Cristo pero ambientada en la época actual, en la que los personajes se moverían por las calles de Nueva York, los apóstoles vestirían traje y corbata, y la crucifixión sucedería en el muelle del West Side.
Entonces vio en el cine "El evangelio según San Mateo", la película de Pasolini: el director italiano ya había conseguido lo que él se propuso: es decir, una humanización de Jesús, quien además se enojaba con frecuencia, y al mismo tiempo una cercanía a su figura que guardaba poca relación con Hollywood:
"Pasolini otorgó a la presencia de Jesús una cercanía enorme, un Jesús que no era una estrella de cine. Dios bendiga a las estrellas de cine, pero habrían tenido muchos problemas para interpretar el papel".
En el mencionado guión de esta "película provisional" incluye, casi al final, escenas de algunos de sus largometrajes: "Toro salvaje", "Malas calles", "Casino"…, para demostrarse a sí mismo que, con sus historias para el cine, está "suscitando nuevas preguntas adicionales, nuevos misterios".
Finalmente llega ese momento en el que él y su familia están de pie ante el Pantocrátor:
"…de todas las representaciones de Jesús que he visto, esta es la que más directamente me ha interpelado".
Esa imagen del siglo VI le abre "las profundidades del alma" y le conmina a encontrar nuevas maneras de ver a Jesús. Y una pregunta, directamente relacionada con el prólogo del Papa para el libro de Spadaro, surge en la mente de Scorsese:
"¿Qué quiere Cristo de nosotros?".


