“Es motivo de alegría poder pisar esta tierra mexicana, que ocupa un lugar especial en el corazón de las Américas. Hoy vengo como misionero de misericordia y paz pero también como hijo que quiere rendir homenaje a su madre, la Virgen de Guadalupe, y dejarse mirar por ella”, dijo el Papa en su primer encuentro dentro del país, en el que fue recibido por las autoridades civiles y cuerpo diplomático de México.
Dentro de los 47 viajes apostólicos que realizó durante su pontificado, se encuentra uno muy especial: el paso por la tierra de la Reina de la Hispanidad, a donde acudió para “dejarse mirar por ella”.
En esta visita, de seis intensos días, sostuvo encuentros con jóvenes, indígenas, familias, autoridades y parte del claro del país. Visiblemente entusiasmado de visitar tierras mexicanas, pronunció: “¿Podría el Sucesor de Pedro, llamado del lejano sur latinoamericano, privarse de poder posar la propia mirada sobre la 'Virgen Morenita'?”
Aleteia ofrece un recuento de los cinco momentos más destacables, con las palabras que, como pastor, dirigió a su rebaño para guiarlo… y que pueden seguir trayendo luz a los mexicanos.
1Encuentro con obispos

13 de febrero. Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. 14:30 horas.
“Sólo una Iglesia que sepa resguardar el rostro de los hombres que van a tocar a su puerta es capaz de hablarles de Dios”.
El encuentro del Santo Padre con 165 prelados fue uno de los momentos más sonados de su viaje. En él, el Papa Francisco habló sobre la inseguridad que desde entonces se vivía en el país y los invitó a no corromperse “por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa” y no poner “su confianza en los 'carros y caballos' de los faraones actuales”.
Les pidió custodiar el corazón de sus sacerdotes, no “caer en la paralización de dar viejas respuestas a las nuevas demandas”, a “cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar y de profundizar la fe” y a “superar la tentación de la distancia– y del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autoreferencialidad”.
Pero también, habló de la Virgen de Guadalupe, pues, en sus palabras, “sólo mirando a la «Morenita», México se comprende por completo”:
“Ante todo, la Virgen Morenita nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia”
2Visita a la Basílica de Guadalupe

13 de febrero. 17:00 hrs (santa Misa). 50 mil personas, dentro y fuera de la Basílica.
“‘¿Acaso no soy yo tu madre? ¿Acaso no estoy yo aquí?’, nos vuelve a decir María. Anda a construir mi santuario, ayúdame a levantar la vida de mis hijos, que son tus hermanos”.
Previo a la Santa Misa, el Papa visitó el camarín para pasar casi media hora delante del ayate, en completo silencio. Puedes leer más sobre este momento en este artículo de Aleteia.
Durante su homilía, mencionó a las familias de las víctimas de la violencia: en el amanecer de la aparición de la Virgen de Guadalupe, Dios “despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras. En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”.
Y más adelante, añadió: “Ella nos dice que tiene el 'honor' de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles. Son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto”.

3Misa por los pueblos indígenas

15 de febrero. San Cristóbal de las Casas.
"Jesucristo sigue muriendo y resucitando en cada gesto que tengamos con el más pequeño de nuestros hermanos".
Durante este encuentro, el Papa habló profundamente sobre la ecología y crisis climática, así como de la igualdad en dignidad que tiene cada persona: dos temas recurrentes en su magisterio.
El Santo Padre pidió perdón a los pueblos indígenas por la exclusión, incomprensión e infravaloración que han vivido y compartió un mensaje de esperanza.
En su homilía, habló sobre el pueblo de Israel, que sufrió “escalvitud”, “despotismo” y “maltrato” para recordarles que el Padre “sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus hijos” y camina junto a ellos “para acompañar y sostener”.
También denunció que “el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos” y reconoció que ellos pueden enseñar a los demás a respetar el medioambiente: “En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”.
Durante este viaje, entregó un decreto de autorización del uso de lenguas indígenas en la liturgia; además, dos hermanos jesuitas le entregaron una Biblia traducida al tseltal y tsotsil. Antes de su partida, se reunió con 100 mil fieles en un encuentro para familias.
4Encuentro con jóvenes

16 de febrero. Morelia, Michoacán. Estadio José María Morelos y Pavón. 50 mil asistentes.
“Cuando parezca que se nos viene el mundo encima, abracen su cruz, abrácenlo a Él y, por favor, nunca se suelten de su mano, aunque los esté llevando adelante arrastrando; y, si se caen una vez, déjense levantar por Él”
En uno de los estados con mayor influencia del crimen organizado, los mensajes del Papa Francisco denunciaron la violencia y se centraron en la esperanza.
En un estadio abarrotado de jóvenes procedentes de diferentes partes de la república, el Papa declaró que ellos son la riqueza de México y de la Iglesia. Les animó a "no dejar de soñar” ni rendirse ante las dificultades; pero también les habló sobre permanecer en el bien:
“Jesús, el que nos da la esperanza, nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos, nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría a la muerte, sino que todo en Él es invitación a la vida. Una vida en familia, una vida en comunidad; una familia y una comunidad a favor de la sociedad”.

Esta no fue la única vez que habló sobre la violencia en el país. Horas antes del encuentro, el Papa Francisco se había reunido con seminaristas y religiosos, quienes realizaron un conteo simbólico por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. En su homilía, el Papa recalcó que la principal tentación para quien vive en un clima de violencia y delincuencia es la resignación; dejarnos inmovilizar por el pensamiento "¿Y qué le vas a hacer? La vida es así".

5Visita a una cárcel
17 de febrero. Ciudad Juárez. Centro de Readaptación Social número 3.
“La preocupación de Jesús por atender a los hambrientos, a los sedientos, a los sin techo o a los presos, era para expresar las entrañas de misericordia del Padre, que se vuelve un imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias para una mejor convivencia”.
Como hizo muchas veces durante su pontificado, el pontífice argentino eligió visitar una cárcel para reunirse con los presos. En sus palabras, no quería irse de México “sin saludarlos”, “sin celebrar el Jubileo de la Misericordia” con ellos.
En este encuentro volvió sobre otro de los temas centrales de sus mensajes: la cultura del descarte.
“La misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos en sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y de omisiones que han provocado una cultura del descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que, poco a poco, ha ido abandonando a sus hijos”.
Recordó que el problema de la seguridad “no se agota solamente encarcelando”, sino “afrontando las causas estructurales y culturales”. Y sentenció: “En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, a sus enfermos o a sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia.
Una vez más, su mensaje fue esperanzador: “Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está; pero, he querido celebrar con ustedes el Jubileo de la misericordia, para que quede claro que eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia, una nueva historia hacia delante”

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