Durante el año litúrgico de la Iglesia, el tiempo de Pascua es el momento en que la Iglesia espera con esperanza la promesa de la vida eterna y la resurrección final de los muertos.
Es un tiempo en el que recordamos la realidad de que la muerte ha sido derrotada y la victoria de Jesús perdura por toda la eternidad.
Es una hermosa realidad sobre la que meditar y esperar en nuestras propias vidas.
La muerte puede parecer un acontecimiento aterrador e inesperado, a pesar de ser algo que nos sucederá a todos, pero la buena noticia es que la muerte no tiene la última palabra.
Dios nos invita a participar en su resurrección y a unirnos a él en los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva, donde todas nuestras lágrimas serán enjugadas.
La esperanza de la resurrección
El Papa Benedicto XVI reflexionó sobre la esperanza que Jesús ganó para nosotros en su mensaje Urbi et Orbi de 2009:
"Jesús resucitó para que nosotros, aunque destinados a morir, no desesperemos, preocupados porque con la muerte la vida se acaba por completo; Cristo ha resucitado para darnos esperanza".
Amplía su reflexión reiterando que la muerte no tiene la última palabra:
"En efecto, una de las preguntas que más preocupan a los hombres es esta: ¿qué hay después de la muerte? A este misterio la solemnidad de hoy nos permite responder que la muerte no tiene la última palabra, porque la Vida saldrá victoriosa al final. Esta certeza nuestra no se basa en un simple razonamiento humano, sino en un hecho histórico de fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorificado. Jesús ha resucitado para que también nosotros, creyendo en Él, tengamos vida eterna".
El tiempo de Pascua está lleno de imágenes
El tiempo de Pascua está lleno de este tipo de imágenes, que nos recuerdan constantemente la victoria obtenida por Jesucristo.
Por eso el tiempo pascual es uno de los más hermosos del año litúrgico. La esperanza y la promesa de la resurrección están frescas en nuestras mentes y podemos esperar con gran impaciencia la vida futura.
También es el momento en que solemos confesarnos y recibir la Eucaristía. En muchos sentidos, es durante el tiempo de Pascua cuando nos preparamos espiritualmente para nuestro paso de esta vida a la otra.
Obviamente, no sabemos cuándo Dios nos llamará a casa y no podemos predecir cuándo sucederá. La clave para todos nosotros es vivir cada día como si fuera Pascua.
San José, patrono de la buena muerte
Dijo el Papa Francisco en 2022, en una reflexión sobre San José, patrono de la buena muerte:
"La verdadera luz que ilumina el misterio de la muerte procede de la Resurrección de Cristo. Ésta es la luz. Y San Pablo escribe: 'Ahora bien, si Cristo es predicado como resucitado de entre los muertos, ¿cómo podéis decir algunos de vosotros que no hay resurrección de los muertos? Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe' (1 Co 15, 12-14). Hay una certeza: Cristo ha resucitado, Cristo ha resucitado, Cristo está vivo entre nosotros. Y ésta es la luz que nos espera tras esa puerta oscura de la muerte".
Y como dijo una vez san Juan Pablo II: "¡Somos un pueblo pascual y el Aleluya es nuestro canto!"
Que todos nos esforcemos por vivir verdaderamente esas palabras en nuestras vidas y por estar preparados para ese día en que nuestro tiempo en la tierra llegue a su fin.


