Frutas, verduras, pescado, lácteos... ¿Qué platos cocinaban las Carmelitas de Lisieux en la época de santa Teresa de Lisieux? ¿Su cocina tenía en cuenta la salud y el buen gusto? Según la tradición oral y algunas recetas conservadas en los archivos del Carmelo de Lisieux , parecía sana y relativamente equilibrada, aunque hoy estaríamos tentados a aligerarla un poco.
Por ejemplo, el menú de la mañana incluía sopa de puerros y patatas (sustituida durante la Cuaresma por un caldo claro). Por otro lado, los domingos, después de la Misa, alrededor de las 9 de la mañana, las monjas preparaban arroz de acedera. El almuerzo consistía en pescado o huevos con verduras y frutas de la huerta. Un trocito de queso de vez en cuando y productos lácteos dulces como postre. Por regla general, las Carmelitas de Lisieux nunca comían carne, salvo las hermanas enfermas.

En cuanto a la cena, ésta consistía principalmente en verduras y frutas procedentes exclusivamente del huerto del monasterio. De postre: productos lácteos.
Entre las recetas conservadas en los archivos del monasterio se encuentran, entre otras, la “sopa a fuego lento”, un auténtico plato principal, una tortilla de manzana para las grandes celebraciones o incluso el tradicional arroz con acedera del domingo.

Pequeñas fiestas para celebrar la Pascua y la Navidad
Para Pascua y Navidad, el menú monástico se hacía más elaborado y se acompañaba de vino blanco: pequeños festines que eran posibles gracias a los generosos regalos enviados a la comunidad por los familiares de las monjas. Esto es lo que recuerda con gratitud la Hermana María de la Eucaristía en su correspondencia con sus padres (familia Guérin):
La langosta diabólica contada por Teresa
A veces, en las mesas del refectorio se podían ver incluso mariscos. En una carta fechada el 19 de marzo de 1897, dirigida al padre Adolphe Roulland, misionero en China, la pequeña Teresita describe, con su personalísimo sentido del humor, una escena insólita provocada por la llegada inesperada de langostas a las cocinas del monasterio. Fue un regalo de un benefactor:
"Una persona caritativa nos regaló hace poco una pequeña langosta, cuidadosamente atada en una cesta. Sin duda, hacía mucho tiempo que no se veía esta maravilla en el monasterio. Nuestra buena cocinera, sin embargo, recordó que había que poner a la pequeña criatura en agua para cocinarla; así lo hizo, gimiendo al verse obligada a ejercer tal crueldad con una criatura inocente. La inocente criatura parecía dormida y se dejaba hacer a su antojo; pero en cuanto sintió el calor, su dulzura se transformó en furia, y, consciente de su inocencia, no pidió permiso a nadie para saltar al centro de la cocina, porque su caritativo verdugo no había tapado la olla.
La pobre hermana inmediatamente se armó con unas pinzas y corrió tras la langosta, que daba saltos desesperados. La lucha continuó por un buen rato, y finalmente, cansada de la lucha, la cocinera, todavía armada con sus pinzas, vino llorando a buscar a nuestra Madre y le dijo que la langosta era diabólica. Su rostro decía mucho más que sus palabras. (Pobre criatura, tan dulce, tan inocente ahora mismo, ¡qué salvaje eres! ¡De verdad, no deberías creer en los cumplidos de las criaturas!)
Nuestra Madre no pudo evitar la risa al escuchar las declaraciones del severo juez que exigía justicia, inmediatamente fue a la cocina, tomó la langosta la cual no habiendo hecho voto de obediencia opuso cierta resistencia, para luego habiéndola metido en su prisión, salió pero después de haber cerrado bien la puerta, es decir la tapa. Esa tarde en el recreo toda la comunidad rió hasta llorar por la diabólica langosta y al día siguiente todos pudieron probar un bocado. "El que quiso agasajarnos no erró su objetivo, porque la famosa langosta o mejor dicho su historia nos servirá más de una vez de banquete, no en el refectorio..., sino en el recreo" ( 19 de marzo de 1897 ).
¿Y hoy?
Hoy en día, de la misma manera, siempre se planean platos festivos para celebrar la Pascua o la Navidad. Además, en esta ocasión, las hermanas tienen derecho a regalos gourmet como chocolates, según confiaron las carmelitas a Aleteia Francia. Por supuesto, en un cumpleaños, las hermanas hornean un pastel para "celebrar la ocasión".
En realidad, nada ha cambiado desde la época de santa Teresita. Excepto, quizás, por una cosa: en tiempos de Teresita, cada plato se servía con antelación. Había que coger el primero que llegaba. Hoy, los platos circulan y cada hermana coge la cantidad que quiere, asegurándose de que quede suficiente para las demás. Por lo demás, la ceremonia y las normas de las comidas son las mismas —explica Camille Burette, archivista del Carmelo de Lisieux—.
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