Campaña de Cuaresma 2025
Este contenido es gratuito, como todos nuestros artículos.
Apóyanos con un donativo y permítenos seguir llegando a millones de lectores.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que el ayuno no es simplemente una costumbre o un acto de sacrificio sin más; sino que es una expresión de nuestra relación con Dios. No se trata de una obligación, sino de un acto de amor.
En la reflexión que el padre Giovanni hace, nos comparte:
¿Por qué ayunar si Dios quiere nuestra alegría?
Los discípulos de Juan se acercan a Jesús con una pregunta:
"¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, pero tus discípulos no?"
Para ellos, el ayuno era una práctica obligatoria, un signo de sacrificio y devoción. Pero Jesús les responde con una imagen sorprendente:
"¿Acaso pueden los amigos del esposo estar de luto mientras el novio está con ellos?"
Jesús se presenta como el esposo, y su presencia es motivo de alegría. Mientras Él está con sus discípulos, no hay razón para ayunar.
Pero luego añade:
"Días vendrán en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán."
Aquí nos enseña que el ayuno no es solo una costumbre, sino una expresión de nuestra relación con Dios.
Jesús no rechaza el ayuno, pero lo pone en su verdadero sentido. No es una práctica vacía, sino un camino para acercarnos a Dios.
Ayunar es un acto de amor, no de obligación.
Es decirle a Dios: "Tú eres más importante que mis deseos."
Es aprender a renunciar, a dominar nuestros impulsos y a poner nuestra confianza en Él.
El ayuno nos ayuda a:
Jesús nos invita a ayunar, pero no como un rito vacío, sino como un acto de amor.
Hoy pregúntate: ¿Estoy ayunando solo por costumbre o realmente lo hago para acercarme a Dios?