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El increíble éxito del Congreso Eucarístico, que concluyó en Estados Unidos a finales de julio de 2024, envió una señal de esperanza para un renacimiento de la práctica religiosa en Estados Unidos. Una tendencia que, en parte, se ve contrarrestada por la última encuesta del Pew Research Center sobre el panorama religioso estadounidense, publicada el 26 de febrero. Realizada entre casi 37 mil estadounidenses, se trata de la tercera encuesta de esta envergadura realizada por el instituto de investigación estadística desde 2007.
La encuesta muestra que el 62 % de los encuestados se declara cristiano. Esta cifra disminuye constantemente con respecto a ediciones anteriores -78 % en 2007 y 71 % en 2017-, pero se ha estabilizado sin embargo desde hace casi cinco años. Por tanto, el estudio pone de manifiesto un declive a largo plazo del cristianismo, pero también una estabilización reciente. Aunque esto no indica un resurgimiento, sí plantea preguntas importantes: ¿ha alcanzado el declive del cristianismo una meseta natural o se trata simplemente de una pausa antes de nuevos cambios?
Los evangélicos son los más presentes en Estados Unidos, con un 40% de adultos estadounidenses que se definen como tales. Los católicos representan el 19% de la población, una cifra que se ha mantenido más o menos estable desde 2014 (cuando eran el 21%) Otros grupos cristianos, incluidos los ortodoxos, representan alrededor del 3%.
Pero, ¿quién se beneficia de este declive del cristianismo? Los "nones". Son los estadounidenses que no afirman pertenecer a ninguna religión. Los ateos, agnósticos o los que no se identifican con "nada en particular" representan ya el 29% de la población. Aunque el crecimiento de este grupo ha sido una de las tendencias religiosas más significativas de las últimas décadas, también se ha estancado desde 2020.
El estudio también señala un ligero aumento del número de estadounidenses que se identifican con religiones no cristianas, como el judaísmo (1,7%), el islam (1,2%), el budismo (1,1%) y el hinduismo (0,9%). Aunque estas cifras siguen siendo bajas, reflejan una diversificación lenta pero constante de la afiliación religiosa en Estados Unidos.

Fe y práctica, estabilidad en medio del cambio
A pesar del descenso de la afiliación religiosa, muchos estadounidenses siguen teniendo creencias espirituales y practicando la religión. El estudio detalla que el 83% cree en Dios o en un espíritu universal, el 86% cree que las personas tienen un alma más allá de su cuerpo físico, el 79% cree en algo espiritual más allá del mundo natural y el 70% cree en una vida después de la muerte. Estas cifras sugieren que, aunque la religión institucional esté en declive, la curiosidad espiritual sigue siendo fuerte.
Además, la oración diaria y la asistencia a la iglesia se han mantenido estables desde 2020. Alrededor del 44 % de los estadounidenses afirma rezar a diario y el 33 % dice asistir a servicios religiosos al menos una vez al mes.
Una brecha generacional
Quizá el dato más llamativo sea la profunda brecha generacional en la identificación religiosa. El 80% de los estadounidenses mayores de 74 años se identifican como cristianos, frente a solo el 46% de los jóvenes de 18 a 24 años. El 27% de los adultos jóvenes reza a diario, frente al 58% de los mayores. El 25% de los jóvenes asiste a servicios religiosos al menos una vez al mes, frente al 49% de los mayores. El 43% de los jóvenes adultos se declara sin afiliación religiosa, frente a solo el 13% de los mayores de 74 años.
Este cambio no es únicamente cuestión de creencias personales: empieza en casa. También es menos probable que los jóvenes estadounidenses se hayan criado en familias religiosas, e incluso los que sí lo han hecho son más propensos a desafiliarse de adultos.

¿Una nueva norma?
Queda una gran incógnita: ¿serán más religiosos los jóvenes adultos de hoy cuando se hagan mayores? Históricamente, la gente suele volver a la práctica religiosa más tarde en la vida, sobre todo cuando fundan una familia. Sin embargo, la investigación de Pew muestra pocos indicios de este fenómeno en las últimas décadas. La desafiliación religiosa, antes un fenómeno poco frecuente, se ha vuelto más común, y quienes abandonan la religión tienden a no volver.
Dicho esto, el estudio también revela que la espiritualidad va en aumento. Cada vez son más los estadounidenses que afirman sentir asombro ante la belleza de la naturaleza, una conexión con algo más allá del mundo material y una profundización general de su vida espiritual. Esto sugiere que, aunque las instituciones religiosas tradicionales puedan estar en apuros, la búsqueda humana de sentido y trascendencia está lejos de haber terminado.
La reciente estabilización del número de cristianos ofrece una oportunidad. Las iglesias y las comunidades religiosas pueden comprometerse con las generaciones más jóvenes respondiendo a su búsqueda de sentido, justicia y pertenencia. El reto será conectar la fe con las preocupaciones modernas, ofreciendo una visión del cristianismo que hable tanto de la tradición como de las realidades de la vida contemporánea. El cristianismo en Estados Unidos no está desapareciendo, pero está evolucionando. Corresponde ahora a la Iglesia encontrar nuevas formas de evangelizar y nuevas maneras de anunciar la Buena Nueva a todos.


