El Adviento es una hermosa época del año en la que meditamos sobre la realidad de que Dios vino a salvarnos.
Aunque esta es una maravillosa verdad de nuestra fe, muchos de nosotros podemos pensar en ella en sentido general, que Dios vino a salvar a la humanidad.
Ciertamente, Dios vino a salvar al mundo entero, pero a menudo olvidamos que vino a salvarnos a cada uno de nosotros a nivel personal.
Meditación de Adviento de san Pablo
San Pablo puede ayudarnos a recordar esta sencilla verdad en su carta a Timoteo:
"Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna. ¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén".
San Pablo tenía una aguda comprensión de su propia pecaminosidad y necesidad de redención. Comprendió plenamente que él era uno de esos pecadores, un gran pecador, necesitado de un salvador.
Jesús vino por ti
¿Nos ponemos alguna vez entre aquellos a los que Dios vino a salvar?
A menudo puede parecer que Jesús está muy lejos de nosotros, pero en realidad está cerca de nosotros y quiere salvarnos en particular.
Cuando mires el pesebre de Navidad y veas al niño Jesús, pídele a Jesús que venga a salvarte.
El misterio de la Navidad no es que Jesús sea un abstracto "salvador del mundo", sino que vino para que cada uno de nosotros tenga vida.
Lo único que tenemos que hacer es estar abiertos a esa vida que Jesús nos ofrece cada día.