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El difícil proceso para declarar beata a Juana de la Cruz

beata Juana de la Cruz
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Patricia Navas - publicado el 12/12/24
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Una causa paralizada y reanudada varias veces durante 500 años con un final feliz

Las diócesis de Getafe está preparando las celebraciones de la beatificación de Juana de la Cruz, conocida ya en vida como “la santa Juana”.

También la familia franciscana y los devotos de esta mística española acogieron con mucha alegría su beatificación, anunciada por el Vaticano el 25 de noviembre de 2024.

Es un final feliz para un proceso que ha durado cinco siglos, una causa llena de dificultades, superadas con mucho trabajo y perseverancia.

“Ha sido un camino con muchos problemas, pero muy bonito – asegura a Aleteia el vicepostulador de la causa, Inocente García de Andrés-. Lo he disfrutado y ahora es como llegar a la meta”.

La llamaban santa en vida

beata Juana de la Cruz
Beata Juana de la Cruz. Imagen recogida en la Positio super cultu

“La santa Juana” fue tenida como una gran maestra ya durante su vida. Su capacidad para entender el Evangelio y predicarlo, su compasión y algunos prodigios la volvieron famosa.

Personas sencillas del pueblo, religiosos y políticos de alto nivel iban a visitarla a su convento y le consultaban como consejera.

Al morir, Juana de la Cruz fue enterrada en su monasterio, en Cubas de la Sagra, que se convirtió en centro de peregrinación.

Varias personas aseguraron haber recibido milagros por su intercesión. Su culto se mantuvo desde su muerte hasta el 16 de junio de 1664.

Medidas estrictas del Vaticano

En aquel momento, posterior al Concilio de Trento, un decreto del Papa Urbano VIII impidió el culto a personas no beatificadas o canonizadas.

Así que su cuerpo incorrupto se sepultó en la tierra y “la santa Juana” fue cayendo en el olvido.

En los siglos XVII y XVIII, “la causa de canonización fue tres veces a Roma pero no llegó a colmo porque el Vaticano no reconoció como originales sus escritos”, explica García de Andrés.

El proceso se paró en el siglo XVIII. Más tarde, el convento se quemó. Se perdieron documentos y recuerdos. No quedó piedra sobre piedra.

La fase definitiva

Pero en el siglo XX, varias personas admiradas por el carisma de Juana de la Cruz investigaron con empeño su legado, que alcanzaba a muchos países que habían formado parte del gran imperio español.

El archivero diocesano de Getafe Jesús Gómez López buscó en archivos del Vaticano, Madrid y otras ciudades y recopiló mucha documentación.

Por su parte, el sacerdote encargado de la parroquia a la que pertenecía el convento, un joven Inocente García de Andrés, investigó las enseñanzas de Juana de la Cruz.

Un hito importante del proceso fue el descubrimiento del libro original que recopila los sermones de la monja– titulado “Conorte”- en la biblioteca real de San Lorenzo del Escorial, fundada por Felipe II.

Así quedaba superado uno de los grandes obstáculos para su beatificación: la falta de documentos originales.

La escritora clarisa María Victoria Triviño preparó una biografía divulgativa de “la santa Juana”.

Y de esta manera en 1999 pudo reanudarse en Roma la última etapa del proceso de beatificación de Juana de la Cruz.

Creatividad

Bajo la dirección del postulador, Triviño escribió una positio, un documento de casi mil páginas sobre las virtudes de esta monja terciaria franciscana que vivió entre los siglos XV y XVI.

Pero faltaba que la Iglesia reconociera oficialmente un milagro atribuido a la intercesión de Juana de la Cruz.

Así que se optó por la vía de demostrar el culto inmemorial que recibió esta mujer que fue predicadora y párroco.

Triviño escribió otra positio, ya más breve, en la que recogió imágenes de la Juana de la Cruz pintada con la aureola sobre su cabeza signo de santidad, en muchos monasterios de España, México, Estados Unidos y otros países.

También se hizo eco del lenguaje popular que llamaba “santa” a esta monja, usado por ejemplo en tres obras de teatro que le dedicó Tirso de Molina.

La devoción a la nueva beata ha llegado hasta nuestros días. Muchas personas peregrinan al lugar conocido como el Convento de santa Juana de la Cruz.

Y cada primer sábado de Pascua un grupo camina el recorrido que la joven Juana hizo hasta ese lugar donde consagraría su vida a Dios.

Final feliz

Finalmente, pues, el Papa Francisco ha permitido elevar a los altares a esta extraordinaria mujer llamada Juana Vázquez Gutiérrez.

Y lo ha hecho sin esperar la verificación de un milagro a través de un formato de beatificación llamado equipolente.

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