La santísima Virgen María es la gran protectora de quienes acuden a Ella. Todos los santos dan testimonio de que su relación con la Madre de Jesús los hizo progresar espiritualmente y les ayudó a vencer los embates del demonio:
“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la Virgen María”, dijo San Luis María Grignon de Montfort en su libro Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María.
Y san Bernardo de Claraval, que compuso muchas oraciones para la Virgen, dijo: "Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer".
San Juan Bosco, que amaba a María en su advocación de "Auxiliadora de los cristianos" también lo confirma: "La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio".
Conságrate a la Virgen María
Una bella oración para consagrarte a María santísima es la san Luis de Montfort:
Yo, (nombre), pecador infiel,
renuevo y ratifico en tus manos los votos de mi bautismo.
Renuncio para siempre a Satanás,
a sus pompas y a sus obras,
y me entrego enteramente a Jesucristo,
la Sabiduría encarnada,
para llevar mi cruz tras Él todos los días de mi vida.
Y a fin de que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora,
te escojo hoy, ¡oh María!, en presencia de toda la corte celestial,
por mi Madre y mi Señora.
Te entrego y consagro en calidad de esclavo mi cuerpo y mi alma,
mis bienes interiores y exteriores,
y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras,
otorgándote un entero y pleno derecho de disponer de mí
y de todo lo que me pertenece, sin excepción,
a tu agrado, a la mayor gloria de Dios,
en el tiempo y en la eternidad. Amén.
Haz tuya esta oración y a diario ofrécete a la Virgen María para llegar a Jesús.