Dios tiene un plan, para todos y para cada uno. Aparece en la Biblia. Pero no siempre somos capaces de verlo. Para los momentos en que no sabes exactamente por dónde tirar para seguir tu camino al cielo, es esta oración. Porque en Cristo es imposible equivocarse.
Oración
Tú que creaste la luz y eres la misma luz,
ilumina mi oscuridad, disipa las tinieblas
que no me dejan ver mi camino hacia Ti.
Creador mío, que lo has previsto todo
simplemente por amor, tan discreto…
devuelve a mi vida el orden que compartiste al principio.
Cuando soy tierra seca, derrama tu Espíritu sobre mí
como un diluvio que limpia, da vida y fecunda.
Reconcíliame contigo y con mis hermanos
para que podamos entendernos y construir humildemente juntos hacia lo alto.
Hazme salir de esas seguridades que no están ayudando,
llévame a caminar en tu presencia, esperando en tus promesas,
confiando totalmente en Ti, con paciencia y audacia.
Defiéndeme de las plagas de este tiempo con tu señal,
que caigan los ídolos,
y mi vida exprese que solo Tú salvas,
abriendo caminos hacia la plenitud.
Ayúdame a respetar tu ley, a vivir el principal mandamiento: amar.
Permíteme adorarte, en espíritu y en verdad, en todo momento y lugar.
Líbrame de los enemigos que intentan alejarme de Ti.
Cuando me pierda rescátame, consuélame, tómame, bésame,…
Abrázame, Padre.
Quiero quedarme en casa contigo,
llenarme de tu sabiduría, recibir tu vida, dar fruto,
compartir el banquete que me has preparado con el mejor cordero,
tu amado Hijo.
Lámpara
Cuántos, en su vida, han dudado en algún momento sobre el camino a seguir y han encontrado dirección en la Biblia.
“Iba errante como oveja perdida”, expresa el autor del salmo 119, que algunos dicen que podría ser el rey David. Y añade: “Para mis pasos tu palabra es una lámpara, una luz en mi sendero”.
San Agustín estaba convencido de que leer la Biblia libera de la ceguera espiritual. Y san Jerónimo decía que desconocer las Escrituras es desconocer al mismo Cristo.
Así, la Sagrada Escritura se convierte en una brújula que te guía, un alimento, además delicioso. Para Francisco de Sales, gustar de la Palabra de Dios es una señal de salud espiritual.
Y santa Teresita de Lisieux escribió que con la Biblia todo le parecía luminoso: “Una
sola palabra descubre a mi alma horizontes infinitos, la perfección me parece fácil; veo que basta reconocer su nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios”.