Al día siguiente de su llegada a Papúa Nueva Guinea, el Papa Francisco se reunió con autoridades, obispos de todo el Pacífico y unos mil 500 sacerdotes, diáconos, religiosos y catequistas al servicio de los 1,5 millones de católicos del país.
Encuentro con las autoridades
El Papa visitó la Casa de Gobierno para reunirse en privado con el gobernador general Bob Bofeng Dadae. Después de esta breve visita formal, los dos hombres se dirigieron al gran centro de conferencias APEC Haus para reunirse con las autoridades del país.
A pocos pasos de la playa, el Papa expresó su fascinación por la “extraordinaria riqueza cultural” del archipiélago con más de ochocientas lenguas. En un contundente discurso, instó a los líderes de Papúa Nueva Guinea a proteger esta riqueza trabajando para “mejorar la infraestructura, satisfacer las necesidades de salud y educación de la población y aumentar las oportunidades de trabajo decente”. Papua Nueva Guinea tiene el índice de desarrollo humano más bajo de Oceanía (0,558).
El Papa recomendó al pueblo de Papúa, de abrumadora mayoría cristiana (98% de los cuales 27% católicos), cultivar “valores del espíritu”. Refiriéndose a las tensiones entre grupos religiosos, en particular con ciertos grupos evangélicos, adventistas o pentecostales, exhortó a todos los cristianos a no ceder ante el "riesgo de corrupción" y a no reducir la fe a "la observancia de ritos o preceptos".
"Un pueblo que ora tiene futuro, sacando su fuerza y su esperanza de lo alto”
Francisco también insistió en el lugar de la mujer en la sociedad de Papúa Nueva Guinea, instando a no olvidar su papel “en primera línea del desarrollo humano y espiritual”. La cuestión de la violencia sexual es un tema crítico en este país: según una encuesta realizada por la ONG Human Rights Watch, el 62% de los hombres en Papúa Nueva Guinea admiten haber violado ya a una mujer.
Encuentro con clero y religiosos
A última hora de la tarde, el Papa se reunió con el clero y religiosos de Papúa Nueva Guinea y los invitó a apoyar a las personas que son víctimas de "prejuicios y supersticiones". Los misioneros testimoniaron en particular las dificultades de evangelizar en un territorio marcado por mentalidades tribales.
Después, el Papa se dirigió a la Escuela Técnica Cáritas de Port Moresby, donde se encontró con niños de la calle atendidos por la Iglesia. Luego, el Papa se acercó al vecino santuario de María Auxiliadora, atendido por religiosos salesianos.
El Papa fue recibido a la entrada por una gran multitud procedente de Port Moresby pero también del resto de la isla; su coche pasó entre bailarines y músicos tradicionales. Miles de personas se reunieron frente al santuario para seguir el discurso del Papa en una pantalla gigante.
En esta iglesia, con su coro decorado con conchas de kina, encontró obispos de todo el Pacífico y unos mil 500 sacerdotes, diáconos, religiosos y catequistas al servicio de los 1,5 millones de católicos del país, el 27% de la población casi enteramente cristiana. Avergonzado por algunos problemas técnicos con los micrófonos al inicio del encuentro, el Papa bromeó: “Espero que la pastoral funcione mejor”.
Al escuchar los testimonios de los misioneros, comentó: “Sigamos evangelizando, con paciencia, sin dejarnos desanimar por las dificultades y los malentendidos, incluso cuando surgen donde menos nos gustaría encontrarlos: en la familia, por ejemplo”, animó el jefe de la Iglesia católica. “Proximidad, proximidad”, insistió también a los religiosos y sacerdotes, sacando sus notas.
Por último, instó a “arrojar pequeñas semillas de bien en los surcos del mundo” aunque parezcan “pequeñas”. Y poner el ejemplo de los misioneros católicos llegados a Papúa a principios del siglo XIX que “no se dieron por vencidos” a pesar de las dificultades.