Bajo el pontificado de Benedicto XVI (2005-2013), el campo de la astronomía ha seguido profundizando en el conocimiento de los misteriosos "agujeros negros". En 2006, el estudio de un cúmulo de galaxias aportó una prueba más de la existencia de la materia oscura. Dos años más tarde, se realizó la primera medición del momento angular de un agujero negro estelar. Y, por último, 2012 marcó un momento histórico con la publicación de las primeras imágenes de un agujero negro supermasivo succionando una gigante roja. Esta impresionante imagen dará la vuelta al mundo. Durante estos mismos años, la Unión Astronómica Internacional redefinió la noción de planeta, demostrando que la ciencia es cada vez más precisa y se cuestiona constantemente.
Esta es también una de las características de la búsqueda intelectual de Benedicto XVI. Desde su elección en 2005, se ha presentado como un "sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor". "Admiro vuestro coraje", dijo el Papa a 12 astronautas de la ISS con los que habló durante unos veinte minutos a través de una conexión audio-video vía satélite el 21 de mayo de 2011. Se trataba de una primicia.
En aquella ocasión, sentado frente a un pequeño escritorio en la Tierra, el Pontífice desempeñó el papel de alumno, reconociendo cómo "la exploración espacial es una aventura científica fascinante". Con la mirada fija en la pantalla, el Papa planteó varias preguntas a los científicos: "En medio de vuestro intenso trabajo e investigación, ¿os paráis alguna vez a […] quizás rezar una oración al Creador? ¿O os será más fácil reflexionar sobre estas cuestiones cuando volváis a la Tierra? Antes de añadir: "Los creyentes dirigen a menudo su mirada hacia los espacios ilimitados del cielo y, meditando en Aquel que lo ha creado todo, se quedan impresionados por el misterio de su grandeza".
Un conocimiento “siempre orientado hacia la sabiduría”
Fue también durante el pontificado de Benedicto XVI, en 2009, cuando se inauguraron los nuevos locales del Observatorio Vaticano en Castel Gandolfo. En diversos discursos a astrofísicos, Joseph Ratzinger predicó a menudo el "asombro", la "alegría" y la "respetuosa admiración" por los descubrimientos científicos, subrayando que el auténtico conocimiento debe estar siempre "volcado hacia la sabiduría" y ser comprendido "en toda su amplitud liberadora". "La cosmología moderna nos ha demostrado que ni nosotros, ni la tierra en la que vivimos, somos el centro de nuestro universo, formado por miles de millones de galaxias, cada una de las cuales contiene miríadas de estrellas y planetas", añadió, casi 400 años después del proceso de Galileo, condenado por la Iglesia en 1633.
Dirigiéndose a los astrónomos de todo el mundo que participaban en un encuentro con motivo del Año Internacional de la Astronomía, Benedicto XVI elogió abiertamente "la profunda investigación que ha arrojado luz sobre el contexto histórico preciso de la condena de Galileo". Tres meses antes, el arzobispo Sergio Pagano, Prefecto del Archivo Secreto Vaticano, había presentado al Vaticano una nueva edición de las Actas del proceso del astrónomo italiano. En aquella ocasión, la Oficina de Prensa de la Santa Sede declaró que el "caso Galileo" había enseñado a la Iglesia a abordar los problemas científicos "con gran humildad y circunspección".