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Muchas veces, cuando oímos la palabra "sacrificio", tenemos la tentación de pensar en un antiguo sacerdote ofreciendo un sacrificio de un animal en un altar. Esto incluye una ceremonia en la que el sacerdote mata al animal con la esperanza de que satisfaga la justicia de Dios. Cuando se trata de la Misa, no parece haber sangre visible y ningún animal o ser humano está en el altar siendo activamente sacrificado.
Sin embargo, el Misal Romano utiliza la palabra "sacrificio" más de 300 veces y uno de los nombres oficiales de la Misa es el "Santo Sacrificio de la Misa" ¿Por qué?
La Misa como sacrificio
El Catecismo de la Iglesia Católica explica el uso de esta palabra en su sección sobre la Eucaristía:
"Por ser el memorial de la Pascua de Cristo, la Eucaristía es también un sacrificio. El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las mismas palabras de institución: 'Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros' y 'Este cáliz que se derrama por vosotros es la Nueva Alianza en mi sangre'. En la Eucaristía, Cristo nos da el mismo cuerpo que entregó por nosotros en la cruz, la misma sangre que 'derramó por muchos para el perdón de los pecados'".
El Catecismo explica, además, cómo la Misa representa de nuevo el sacrificio de Jesús en la cruz.
La Eucaristía es, pues, un sacrificio, porque re-presenta (hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y porque aplica su fruto:
[Cristo], Señor y Dios nuestro, debía ofrecerse una vez para siempre a Dios Padre por su muerte en el altar de la cruz, para realizar allí una redención eterna. Pero como su sacerdocio no debía terminar con su muerte, en la Última Cena, "la noche en que fue entregado", [quiso] dejar a su amada esposa la Iglesia un sacrificio visible (como exige la naturaleza del hombre) por el cual el sacrificio cruento que debía realizar de una vez para siempre en la cruz se volviera a presentar, su recuerdo se perpetuara hasta el fin del mundo y su fuerza saludable se aplicara al perdón de los pecados que diariamente cometemos (CEC 1366).
Un sacrificio para siempre
Una distinción importante a tener en cuenta es que la Misa no recrea el sacrificio de Jesús en la cruz, sino que es el mismo sacrificio, traído al momento presente:
El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio: "La víctima es una y la misma: el mismo que ahora se ofrece por el ministerio de los sacerdotes, el que entonces se ofreció a sí mismo en la cruz; solo el modo de ofrecerse es diferente." "En este divino sacrificio que se celebra en la Misa, está contenido y se ofrece de manera incruenta el mismo Cristo que se ofreció una vez de manera cruenta en el altar de la cruz" (CEC 1367).
Aunque a primera vista la Misa no parezca un sacrificio, si profundizas en ella, descubrirás que cada vez que se celebra te transportas espiritualmente al sacrificio de Jesús en el Calvario.