"Jesús nos invita a zarpar", martilleó el Papa Francisco desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano antes del rezo del Ángelus del 23 de junio de 2024. Ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro bajo un cielo nublado, el Papa retomó el Evangelio del día (Mc 4, 35-41), que narra la parábola de la tempestad que fue calmada.
En este relato, tomado del Evangelio según san Marcos, Jesús invita a sus discípulos a partir en una barca por el lago de Tiberíades a pesar de la tempestad que se avecina. "Parece que Jesús quería ponerlos a prueba", explicó Francisco, señalando que Jesús estaba muy cerca de ellos. "No los dejó solos; se quedó con ellos en la barca, en silencio, incluso durmiendo. Y cuando estalló la tempestad, su presencia los tranquilizó, los animó, los impulsó a una fe mayor y los acompañó más allá del peligro", relató.
Habiendo superado con Él esta prueba, sabrán afrontar muchas otras"
Lo hizo "para fortalecer la fe de los discípulos y hacerlos más valientes. De hecho, salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y mejor preparados para afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a anunciar el Evangelio". El Pontífice argentino explicó que "habiendo superado con Él esta prueba, sabrán afrontar muchas otras, hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos".
También hoy, con la Eucaristía, Jesús "nos invita a remar mar adentro, a transmitir a todos lo que hemos escuchado y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida de cada día, incluso cuando es difícil", insistió el Papa.
Explicó que Jesús ayuda a "superar incertidumbres y vacilaciones, cerrazones e ideas preconcebidas, con valentía y corazón grande, para decir a todos que el Reino de los Cielos está presente, que está aquí, y que con Jesús a nuestro lado podemos hacerlo crecer juntos más allá de todas las barreras".
Francisco invitó a todos a reflexionar sobre el apoyo recibido del Señor. "Cuando se levanta una tempestad, ¿me dejo abrumar por la agitación, o me aferro a Él, para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?"


