Conoce la inspiradora concepción de la discreción que tenía santa Catalina de Siena, singular mujer que aconsejó a Papas y medió a favor de la paz en su país
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El Diccionario de la Real Academia Española define la “discreción” como “sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar”. Para santa Catalina de Siena, esto se logra conociéndose a uno mismo a través de la humildad y discerniendo lo que lleva a Dios.
Catalina dedica a la discreción un tratado de su libro El Diálogo. También escribe muchas veces sobre ella en sus cartas.
Para esta Doctora de la Iglesia, cuando alguien reconoce su propia pequeñez y el lugar de cada persona y cada cosa respecto al Todo, puede expresarse con agudeza y oportunidad.
Esa sabiduría da reserva y prudencia y lleva a respetar profundamente a los demás desechando la vanidad.
Discreción y humildad
"La discreción recibe vida de la humildad y da a cada uno lo que le es debido", escribe santa Catalina.
En cambio, la persona sin discreción roba a Dios el honor y se lo atribuye a sí misma para su propia reputación -añade-. Y lo suyo se lo atribuye a Dios "quejándose y murmurando de los misterios que se obran en ella y en las otras criaturas".
Esta laica terciaria dominica invita a la discreción en todos los aspectos de la vida, también al relacionarse con los demás o al disponerse a encontrarse con Dios.
Respecto a la penitencia, Catalina dice que la prudencia lleva a que se haga siempre como un medio para unirse más a Dios y no como un objetivo fundamental, sin excederse, sin llamar la atención.
"El afán de Catalina es matar el amor propio, que es la raíz de todo pecado: la vanidad, el orgullo, la fama de santa, el amor vistoso…", explica a Aleteia la estudiosa de santa Catalina, sor Teresa Cadalso.
Santa Catalina invita a discernirlo todo. "Se trata de preguntarse en cada cosa si se hace para que se vea y se reconozca o porque amamos gratuitamente", añade esta dominica del convento femenino de Caleruega.
De esta manera, Catalina une misticismo y moralidad, mostrando la miseria del pecado y la necesidad de la acción moral para la salvación.
"Es la discreción la que une la comprensión mística de Dios como Ser verdadero y bueno con la comprensión ética del hombre", afirma Grazia Mangano Raggazi en su tesina sobre la discreción en los escritos espirituales de santa Catalina de Siena.
En este sentido, el mayor estudioso de santa Catalina en español, Salvador y Conde, afirma que la discreción se basa en la razón pero pasa a la práctica porque discierne los medios que llevan a Dios.
La indiscreción, lejanía de Dios
"Conociendo la grandeza de Dios y la nada de la criatura resulta fácil diferenciar los caminos que llevan a Dios de los que de Él nos apartan", escribe este dominico en su libro Doctrina espiritual de Catalina de Siena.
Y sobre lo que aleja de Dios, Salvador y Conde recoge una cita iluminadora de esta mística diplomática que aconsejó a Papas y medió a favor de la paz en lo que hoy es Italia:
"¿Sabes dónde tiene sus raíces este árbol [el pecado-árbol de la muerte]? En el engreimiento de la soberbia, a la que alimenta el amor propio sensitivo. Su médula [de la soberbia] es la impaciencia y su hija la indiscreción".