"La gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama o a la popularidad", explicó el Papa Francisco durante el Ángelus del 17 de marzo de 2024. En este quinto domingo de Cuaresma, el pontífice argentino se basó en el Evangelio del día (Jn 12,20-33) para explicar la paradoja de la gloria de Dios, que "se manifiesta en la Cruz".
"Para Dios, la gloria significa amar hasta dar la vida", explicó el Papa, que habló de pie y con una voz relativamente fluida, cuando en las últimas tres semanas se había acostumbrado a que los prelados pronunciaran sus discursos por él debido a una gripe que le había debilitado la voz y la respiración.
"La gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama o a la popularidad", explicó el Obispo de Roma. Al contrario, su gloria culminó en la Cruz, donde Jesús "desplegó plenamente el amor de Dios, revelando plenamente el rostro de la misericordia, dándonos su vida y perdonando a los que le crucificaron".
Francisco presentó la Cruz como el "púlpito de Dios", donde Jesús enseña que "la verdadera gloria, la que nunca se apaga y nos hace felices, está hecha de dar y perdonar", que "son para nosotros el camino hacia la vida".
Por el contrario, "la gloria mundana pasa de largo y no deja alegría en el corazón; ni conduce al bien de todos, sino a la división, a la discordia y a la envidia", explicó. Por eso, en lugar de buscar "impresionar a los demás" con vanos motivos de gloria, el Papa exhortó a seguir "el camino del dar y del perdonar, el camino de Jesús crucificado, el camino de quien no se cansa de amar, confiado en que da testimonio de Dios en el mundo y hace resplandecer la belleza de la vida".
Cuando damos y perdonamos, la gloria de Dios brilla en nosotros", insistió el Papa Francisco.