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Esta monja Carmelita, quien con tan solo 24 años de edad, llevo una vida espiritual muy profunda, lo que de ella podemos aprender grandes virtudes dotadas de sencillez y humildad.
Pues según el Catecismo de la Iglesia Católica una virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
Aquí te compartimos algunas de las virtudes que podemos imitar.