Agnes Gonxha Bojaxhiu, mejor conocida como Teresa de Calcuta, nació el 26 de agosto de 1910 y gracias a la educación religiosa recibida de su madre, comenzó a interesarse por la labor misionera. Con 18 años ingresó en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María y en 1946 sintió la llamada para ayudar a "los más pobres entre los pobres", motivo por el cual fundó las Misioneras de la Caridad.
Continuó al frente de la congregación hasta poco antes de su muerte, el 5 de septiembre de 1997. Durante más de 40 años dedicó su vida al servicio y ayuda hacia los enfermos y los más pobres, su labor la llevó a ser merecedora del Premio Nobel de la Paz, en el año 1979 y canonizada por el Papa Francisco en septiembre de 2016.
Esta gran mujer nos dejó un legado, en donde quedan plasmados sus pensamientos llenos de amor, respeto, comprensión y sensibilidad. Sus enseñanzas de amor y humildad han llegado a cada rincón del mundo, por eso, Aleteia reunió algunas de sus enseñanzas de amor más inspiradoras.
«No soy más que un pequeño lápiz en la mano de la escritura de Dios».
«El ayer se ha ido, el mañana aún no ha llegado, solo tenemos el presente… Empecemos».
«Nunca estés tan ocupado como para no pensar en los demás».
Nos enseña a dar hasta el final sin pedir nada a cambio, desde el amor concretado día a día
Este amor de fraternidad le movió a acoger a los más necesitados, los más pobres de los pobres –en lo material y en lo espiritual– cosa que le hizo vivir en profunda alegría, serenidad y felicidad.
«Quien dedica su tiempo a mejorarse a sí mismo no tiene tiempo para criticar a los demás».
«¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama tu familia».
«Pasamos mucho tiempo ganándonos la vida, pero no el suficiente viviéndola».
En cierta ocasión, Madre Teresa supo de una familia hindú con ocho hijos que no tenía nada para comer. Cogió un poco de arroz y se lo llevó. Los ojos de los niños brillaban de hambre. Su madre cogió el arroz, lo dividió y salió a la calle con la mitad del recibido. Cuando regresó y Madre Teresa le preguntó qué había hecho, contestó simplemente: «Ellos también tienen hambre». «Ellos» era una familia musulmana vecina. Madre Teresa comentó luego: «Aquella noche no les di más arroz, pues quería que ellos también pudiesen disfrutar de la alegría de dar».
«Si estás juzgando a las personas, no tienes tiempo de amarlas».
«Encontrémonos siempre el uno al otro con una sonrisa, la sonrisa es el principio del amor».
«Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto, para llenar el corazón del que amamos».