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30 años del asesinato del cardenal Posadas

Posadas Ocampo

CATEDRAL METROPOLITANA DE GUADALAJARA

Jaime Septién - publicado el 24/05/23

La verdad de los hechos sigue en el lado oscuro de la justicia mexicana

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Han pasado tres décadas desde que el lunes 24 de mayo de 1993 el «fuego cruzado» entre dos bandas criminales, la del cártel de Sinaloa y la del cártel de los Arellano Félix, encontrara en medio –según las autoridades mexicanas– al cardenal y arzobispo de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo (1926-1993).

Eran las 15:45 horas de aquel lunes cuando 14 balas disparadas a menos de un metro de distancia cegaron la vida del prelado mexicano que se encontraba llegando al estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en el Estado mexicano de Jalisco. El cardenal y su chofer –quien también resultó muerto—iban a recoger al representante del Vaticano en México, el Nuncio Girolamo Prigione.

En otros aniversarios, Aleteia ha contado los pormenores de este crimen que conmovió a México y que fue el preámbulo de otros homicidios a figuras prominentes como el que fuera candidato a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta (en marzo de 1994) o el del entonces presidente del PRI, José Francisco Ruíz Massieu (septiembre de 1994).

Posadas Ocampo

En esta ocasión, y como el caso no ha sido resuelto, daremos los pormenores de lo que fue la trama interna de la «confusión», que estableció como verdad histórica el gobierno de México y que ha permanecido en el tiempo, no obstante la Iglesia católica –en especial el cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñigüez—la haya desestimado, hablando incluso de un «complot» para asesinarlo: un «crimen de Estado».

La teoría oficial

Desde un principio la Procuraduría General de la República sostuvo la versión de que el cardenal Posadas Ocampo fue ejecutado por sicarios del cártel de los Arellano Félix (con base en la ciudad de Tijuana, Baja California), quienes «lo confundieron» con «El Chapo» Guzmán, líder del cártel de Sinaloa. Según esta versión, los sicarios de los Arellano Félix «confundieron» al cardenal, con «El Chapo» porque los automóviles en los que viajaban «eran iguales».

El fiscal de aquellos años, Jorge Carpizo McGregor, apuntó este tema como principio de explicación del asesinato, pero mucho cabos quedaron sueltos. ¿Qué hacían los dos grupos criminales antagónicos en el mismo lugar y a la misma hora?

Si bien es cierto que los automóviles podían ser de la misma marca y modelo, ¿cómo un sicario pudo confundir al cardenal con un líder narcotraficante que en nada se parecían? ¿Pensó que «El Chapo» iba disfrazado de clérigo? Aún así, ¿no pudo darse cuenta de su error cuando le vació la carrillera completa a menos de un metro de distancia?

La tesis es que «El Chapo» Guzmán pudo huir del estacionamiento del Aeropuerto mientras los Arellano le disparaban al cardenal y a otras personas que murieron en medio de la orgía de balas. Minutos más tarde, algunos hombres armados y uno de los hermanos Arellano tomó un vuelo regular a Tijuana. Incluso se sabe que el avión comercial que los iba a trasladar, esperó un tiempo para que llegaran y lo abordaron sin que nadie los hubiera molestado en su camino. No hubo ningún detenido ese día.

Más tarde, «El Chapo» Guzmán, el mayor narcotraficante del mundo, ahora en una prisión de alta seguridad en Estados Unidos y condenado a cadena perpetua, fue detenido e internado en un penal mexicano, del cual escapó. Uno de los hermanos Arellano Félix fue detenido en Tijuana, pero no por participar en el crímen del cardenal Posadas, sino por portación ilegal de armas de fuego.

Los papeles que nunca llegaron

Dos de los hermanos Arellano Félix –Ramón y Benjamín—se reunieron meses más tarde con el arzobispo Prigione y le expusieron su teoría de que, en efecto, Posadas había sido «confundido». El presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, fue informado de esto, pero, finalmente, los Arellano (actualmente todos o presos o fallecidos) regresaron a Tijuana y al trasiego de drogas.

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La hipótesis que hasta ahora prevalece en los medios oficiales es la de la «confusión». Incluso el FBI –mediante un cable—»confirmó» la tesis oficial de la confusión y el fuego cruzado, argumentando que, en efecto, «El Chapo» estaba en el Aeropuerto de Guadalajara aquella tarde de hace treinta años, y se iba a dirigir a El Salvador, para establecer una cabeza de playa en el tránsito de la droga proveniente de Colombia, y que los principales receptores de ella eran los Arellano Félix.

Sin embargo, investigadores independientes y algunos miembros de la Iglesia defienden la hipótesis que el cardenal Posadas iba a entregarle a Prigione, ahí mismo, en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, una serie de papeles que inculpaban a miembros del gobierno estatal y federal en relación con el narcotráfico. Esos papeles nunca llegaron a manos del representante del Papa en México. Ni se conoció su contenido.

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