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Poderosas oraciones a las heridas santas de Jesús

CRUCIFIXION,NAIL,HAND,CHRIST

josemdelaa | CC0

Philip Kosloski - publicado el 09/05/23

La devoción a las llagas de Cristo es antigua y nueva, introdúcete en ella para renovar tu amor al Hijo de Dios

La devoción a las heridas que Jesús sufrió durante su pasión ha sido promovida por muchos santos como una forma de fomentar un amor renovado al Hijo de Dios viendo cuánto sufrió a causa de nuestros pecados.

Reflexionando sobre esta devoción a las llagas de Cristo, el papa Francisco dijo al rezar el Ángelus el 18 de marzo de 2018:

No os olvidéis de esto: mirad el crucifijo, pero miradlo dentro. Está esta hermosa devoción de rezar un Padre Nuestro por cada una de las cinco llagas: cuando rezamos ese Padrenuestro, intentamos entrar a través de las llagas de Jesús, dentro, precisamente a su corazón. Y allí aprenderemos la gran sabiduría del misterio de Cristo, la gran sabiduría de la cruz.

A continuación te ofrecemos una manera de entrar en las muchas heridas de Cristo. Se basa en las “Oraciones a las Santas Llagas de Cristo” que se encuentran en la Raccolta, colección que data de principios del siglo XIX.

Acto de contrición

Al arrodillarme ante Ti en la cruz, querido Salvador de mi alma,
mi conciencia me reprocha haberte clavado en esa cruz
cuando he caído en pecado mortal con gran ingratitud. 

Dios mío, mi supremo y más perfecto Bien, digno de todo mi amor,
que tantas bendiciones me has concedido siempre,
ahora no puedo deshacer mi falta de amor como quisiera 
¡pero lo detesto, lamentando mucho haberte ofendido,
a Ti, que eres la Bondad Infinita! 

Y ahora, arrodillado a tus pies, trataré al menos de consolarte, de darte gracias,
de pedirte perdón y contrición; por lo que con el corazón y los labios digo:

A la Primera Herida – Pie Izquierdo

¡Santa llaga del Pie Izquierdo de mi Jesús! 
Te adoro, te consuelo del dolor tan amargo que has sufrido.

Te doy gracias por el amor con que te fatigaste para alcanzarme en el camino de la ruina,
y sangraste entre las espinas y las zarzas de mis pecados. 

Ofrezco al Padre Eterno el dolor y el amor de tu santísima humanidad,
en expiación de mis pecados, que detesto con sincero y amargo arrepentimiento.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Santa Madre, traspásame,
renueva en mi corazón cada llaga
de mi Salvador crucificado.

A la Segunda Herida – Pie Derecho

¡Santa llaga del Pie Derecho de mi Jesús! 
Te adoro, te consuelo por el amargo dolor que has sufrido. 

Te doy gracias por ese amor
que te traspasó con tanta tortura y derramamiento de sangre
para castigar mis andanzas
y los placeres culpables que he concedido a mis pasiones desenfrenadas. 

Ofrezco al Padre Eterno todo el dolor y el amor de tu santísima humanidad,
y te pido la gracia de llorar mis transgresiones con lágrimas ardientes,
y que me permitas perseverar en el bien que he comenzado,
sin desviarme nunca más de mi obediencia a los mandamientos de mi Dios.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Santa Madre, traspásame,
renueva en mi corazón cada llaga
de mi Salvador crucificado.

A la Tercera Herida – Mano Izquierda

¡Santa llaga de la Mano Izquierda de mi Jesús! 
Te adoro, te consuelo por el amargo dolor que has sufrido. 

Te doy gracias por haberme ahorrado en tu amor los dolores
y la condenación eterna que habían merecido mis pecados. 

Ofrezco al Padre Eterno el dolor y el amor de tu santísima humanidad,
y te ruego que me enseñes a aprovechar bien mi lapso de vida,
y hacer en él frutos dignos de penitencia,
y así acoger la misericordia de Dios.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Santa Madre, traspásame,
renueva en mi corazón cada llaga
de mi Salvador crucificado.

A la Cuarta Herida – Mano Derecha

¡Santa llaga de la Mano Derecha de mi Jesús! 
Te adoro, te consuelo por el amargo dolor que has sufrido. 

Te agradezco tus gracias derramadas en mí con tanto amor,
a pesar de todas mis perversas obstinaciones. 

Ofrezco al Padre Eterno todo el dolor y el amor de tu santísima humanidad,
y te pido que purifiques mi corazón y sus afectos,
y me hagas actuar siempre según la voluntad de Dios.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Santa Madre, traspásame,
renueva en mi corazón cada llaga
de mi Salvador crucificado.

A la Quinta Llaga – Costado Sagrado

¡Santa llaga en el costado de mi Jesús! 
Te adoro, te consuelo por el cruel insulto que sufriste. 

Te doy gracias, Jesús mío, por el amor que hizo que tu costado y tu corazón fueran traspasados para que brotaran las últimas gotas de sangre y agua,
haciendo abundar mi redención. 

Ofrezco al Padre Eterno este ultraje, y el amor de Tu santísima Humanidad,
para que mi alma entre de una vez por todas en ese Corazón amantísimo,
deseoso y dispuesto a recibir a los más grandes pecadores, y nunca más se vaya.

Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Santa Madre, traspásame,
renueva en mi corazón cada llaga
de mi Salvador crucificado.

Oración a Nuestra Señora de los Dolores

María, Virgen Madre de Dios,
mártir de amor y dolor al presenciar los dolores y tormentos de Jesús:
realmente concurriste a la gran obra de mi redención,
primero por tus innumerables sufrimientos,
y luego por la ofrenda que hiciste al Padre Eterno de Tu hijo
como holocausto y víctima de propiciación por mis pecados. 

Te consuelo por el amargo dolor que has sufrido,
te doy gracias por ese gran amor,
por el que te privaste del fruto de tu vientre, verdadero Dios y verdadero Hombre,
para salvarme a mí, pecador.

Intercede siempre ante Dios por mí; 
que pueda enmendar constantemente mis malos caminos,
y nunca, por más faltas, crucificar de nuevo a mi amoroso Salvador; 
para que, perseverando en su gracia hasta la muerte, obtenga la vida eterna.

Rezar 3 Avemarías…

Oración a Jesús

Oh Señor Jesucristo, que a las tres de la tarde, para la redención del mundo,
subiste al patíbulo de la cruz y derramaste Tu Preciosa Sangre
para la remisión de los pecados; 
Te suplicamos humildemente que nos concedas, después de nuestra muerte,
una entrada gozosa al Paraíso.

Concede, te suplicamos, oh Señor Jesucristo,
que ahora, y en la hora de nuestra muerte,
interceda por nosotros la bienaventurada siempre Virgen María, tu Madre,
cuya santísima alma traspasó la espada en la hora de tu Pasión. 

Por ti, Jesucristo, Salvador del mundo, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. 

Amén.

Tags:
heridasjesucristooraciónsufrimiento
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