Si su primera sede estaba en via di Ripetta, cerca de la actual piazza del Popolo, el dicasterio para la Doctrina de la Fe se encuentra ahora dentro de los muros leoninos. En la planta baja y en el sótano, encontramos sus preciosos archivos, que contienen manuscritos, el más antiguo de los cuales data de 1542.
Por testamento del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del dicasterio de 1981 a 2005, cuyo retrato se encuentra en buena posición en una de las bibliotecas, estos archivos están abiertos a los investigadores desde 1998.
En los pisos, continúan las oficinas donde trabajan una treintena de empleados encargados de tramitar los expedientes, bajo la dirección de los superiores –incluido el prefecto en ejercicio, cardenal Luis Ladaria Ferrer.
En la capilla hay un recuerdo particular de Pío V (1504-1572), gran inquisidor de la Inquisición romana, predecesor de los prefectos, que fue elegido Papa en 1566. El monje dominico, conservando su sotana blanca, introdujo el color papal actual. Y en los techos del edificio, hay una terraza panorámica con una vista de pájaro de las columnatas de Bernini que abrazan la Plaza de San Pedro.
Antiguo Santo Oficio, el DDF tiene un estatus particular: dotado de un promotor de justicia, actúa como tribunal - juzgando en casos particulares de abusos cometidos por miembros del clero, disolución del vínculo matrimonial bajo condiciones, herejías… - y los documentos que produce pertenecen al Magisterio de la Iglesia. Sin embargo, en la nueva constitución de la Curia Romana (2022), el Papa Francisco la ha puesto en pie de igualdad con los demás dicasterios, lo que le ha hecho perder parte de su prestigio.
Varias realidades componen este dicasterio, comenzando por una treintena de miembros designados por el Papa, que se reúnen una vez al mes los miércoles y toman decisiones sobre el asunto tratado, que luego se someten al pontífice. Estos miembros también se reúnen en sesión plenaria cada dos años, estando prevista la próxima reunión para enero de 2024.
En otro nivel de reflexión, encontramos a los consultores, también de nombramiento papal. Estos, profesores, investigadores, académicos, en número de una treintena, se reúnen los lunes cada 15 días (en consulta), en forma plenaria o parcial según el tema. Finalmente, los "oficiales" – empleados – se reúnen el viernes (en congreso), con los superiores, a quienes les hacen preguntas específicas.
El DDF, que ha cambiado de estructura a lo largo de su historia centenaria, tiene dos secciones, una sección "disciplinaria" en la que trabajan una veintena de personas y una sección "doctrinal" en la que trabajan unas diez personas. La antigua sección matrimonial se ha convertido en un oficio cuyas competencias han sido absorbidas por la sección doctrinal.
La treintena de empleados se han enfrentado a grandes desafíos en los últimos años. La crisis de los abusos es parte de esto –el DDF recibe más de 1.000 denuncias al año, es decir en promedio 60 casos nuevos por funcionario–, pero también el camino sinodal alemán, o incluso las polémicas iniciativas de conferencias episcopales como la reciente bendición de parejas homosexuales iniciada por los obispos belgas flamencos.