Finalmente, lo que era un presagio que se había anunciado por parte de las voces de la Iglesia católica, de las comunidades religiosas, de las iglesias cristianas y de los laicos que apoyan en su camino a los migrantes procedentes de Centro, Sudamérica y El Caribe, de paso por México, sucedió.
Un incendio provocado por la ira, la desesperación y el deterioro de la situación irregular de los migrantes en el centro de acogida del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez (Chihuahua, México), frontera con El Paso (Texas, Estados Unidos), ha dejado al menos 39 personas muertas y 29 heridas, algunas de ellas de gravedad.
El incendio mortal sucedió el lunes 27 de marzo, cerca de las diez de la noche en el centro migratorio que administra en INM a unos pasos de la frontera entre México y Estados Unidos, aledaño al puente internacional Stanton-Lerdo, donde se agolpan migrantes sobre todo provenientes de Centroamérica y de Venezuela tanto como de Cuba.
El albergue del INM (Estancia Provisional Ciudad Juárez) se localiza cerca del sitio en el que el papa Francisco, en febrero de 2016, bendijo a quienes tratan de ingresar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Una bendición frente a la Cruz del Migrante que rememora las muertes que se agolpan en el tránsito por México hacia el norte.
Salvaguarda a migrantes
El recinto salvaguarda por tiempo restringido a los migrantes que intentan cruzar sin papeles la frontera. Muchos de ellos, familias completas, han sido doblemente víctimas, tanto en sus países de origen como en los países de tránsito, especialmente las mujeres, que en México dolorosamente suelen ser violadas o ultrajadas en su intimidad.
En esta ocasión, según informes preliminares del INM, el albergue resguardaba a 69 personas adultas provenientes de Centro y Sudamérica «tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir, suponemos, de que se enteraron de que iban a ser deportados», advirtió el presidente de México Andrés Manuel López Obrador.