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El matrimonio católico tiene que tener elementos que recuerden la fe. Y Leila Morais da Silveira, supervisora de ventas, se lo tomó muy en serio. Desde que planeó su «gran día», ya sabía que Nuestra Señora literalmente tendría que ser parte de la ceremonia.
Cuando fue a definir el modelo del vestido que usaría el día de la boda, Leila encargó a los estilistas un accesorio inusual: ¡un velo largo con la imagen de Nuestra Señora Aparecida!
Para ella, el velo sería la coronación de un sueño y la marca de una gran devoción: «Soy muy devota de Nuestra Señora de Aparecida, al igual que todos los miembros de mi familia. ¡Hemos tenido tantas gracias y sentir que ella está a nuestro lado es maravilloso!»
«Siempre fue un sueño casarme… Y sé que mi esposo fue un regalo de ella para mí. Entonces, quise demostrar de alguna manera el cariño que siento por ella en este momento tan especial de mi vida”, explica Leila.
Un sueño y un reto
El sueño de la novia supuso todo un reto para los estilistas. Durante más de 30 años haciendo vestidos de novia, Célia Martins nunca había bordado la imagen de Nuestra Señora en un velo. Pero ella y su hija, Cláudia Martins Braga, que tienen un estudio en el sur de Brasil, estaban dispuestas a hacer realidad el sueño de Leila.
«Nunca lo habíamos hecho antes, así que ni siquiera sabíamos por dónde empezar. Pero lo primero fue definir el tamaño de la imagen, hacer el diseño sobre una plantilla para aplicar el bordado sobre el tul del velo», explica la estilista.
Fueron 36 horas dedicadas a la planificación y confección del velo. Y el resultado no podía ser mejor: una vez listo, el velo tenía cuatro metros de largo. Destacaba la imagen de Nuestra Señora Aparecida con su altura de 1,80 m y detalles en hilos de seda, flores y mucha pedrería en la corona. Todo está hecho a mano al milímetro.