En varios países de Sudamérica marzo es sinónimo de regreso a clases. En efecto, en el caso de Perú, el retorno de los chicos está previsto a nivel oficial para este 13 de marzo.
Sin duda se trata de un momento cargado de esperanza y alegría (máxime con la posibilidad de dejar atrás algunos protocolos sanitarios vinculados a la pandemia del coronavirus como las mascarillas u el alcohol en gel).
Es en medio de esto donde también aparecen algunos casos particulares que lo único que dejan de manifiesto es aquello de la odisea de crecer y estudiar en sitios un poco más apartados de grandes centros urbanos.
En ese sentido, tal cual recuerda un reciente informe publicado por Agencia Fides, aparece el caso del Colegio Santa Clotilde. Según recuerda ese medio, en 2023 son más de 200 los chicos inscritos en un sitio que «durante 10 meses al año» se convierte también en su casa.
Los estudiantes del Colegio Santa Clotilde, ubicado en la región de Loreto y vinculado al Vicariato Apostólico de San José de Amazonas, llegan desde diversas comunidades campesinas e indígenas de la cuenca de los ríos Napo, Curaray y Arabela.
«Se quedan permanentemente en el Internado porque es su única posibilidad de estudiar primaria y secundaria: algunos tendrían que navegar siete días por el río para volver a sus pueblos. Los más cercanos tardarían cinco o seis horas», explica a la Agencia Fides la hermana Vianey Ambriz Núñez SJS, encargada del sector económico-logístico del colegio.
Una historia misionera
Según recuerda Agencia Fides, todo comenzó por el año 1950 cuando las Hermanas Canadienses de la Congregación de las Misioneras de Nuestra Señora de los Ángeles visualizaron que las jóvenes indígenas que habían llegado para estudiar no tenían sitio para hospedarse.
Debido a eso abrieron un internado para mujeres. Con el paso de los años, en 1994, la obra misionera quedó en manos de la Congregación Mexicana de las Siervas de Jesús Sacramentado, las religiosas que actualmente siguen al frente gracias al apoyo del vicariato local (también lograron abrir un internado para chicos).
Un colegio que podría estar inmerso en el corazón de Francisco
El papa Francisco siempre ha mostrado a lo largo de su pontificado un cariño y mirada especial hacia la Amazonía y su gente. Además del Sínodo para la Amazonía (que continúa generando efectos hasta el día de hoy), ha tenido la posibilidad de abrazar a sus habitantes a través de viajes apostólicos a América Latina como el realizado en Perú en 2018 cuando recorrió sitios como Puerto Maldonado.
Los ejemplos continúan y lo que significa vivir en Sana Clotilde, en plena selva amazónica, conjuga con ese amor y predilección. Es en ese sitio donde los habitantes tienen el duro desafío de crecer y estudiar. Lo hacen en medio de dificultades como falta de agua potable y poca electricidad, además de tener que usar medios de transporte como pequeñas embarcaciones.
Es esa gente, con gran dependencia por el cultivo de la tierra, la pesca y la caza, la que ofrece también un breve mensaje de resiliencia a través de su accionar. Y es ahí donde también entran a jugar un rol protagónico los maestros (quienes suelen pasar gran parte del tiempo viajando y que imparten clases durante un tiempo acotado a lo largo del año, además de caracterizare por tratar de impartir cursos a todos los grupos etarios).
«Chicos y padres acuden a 'Santa Clotilde' con la esperanza de que la educación pueda dar a sus familias y comunidades un futuro mejor. Desgraciadamente - reconoce la hermana Vianey Ambriz - las familias de las que proceden estos chicos y chicas sólo tienen escasos recursos económicos, sino también una situación precaria en cuanto a servicios. Esta zona del país está en total abandono, el nivel de pobreza aquí es extremo y los que más sufren son los niños y jóvenes», continúa Agencia Fides.
Catecismo y actividades
Y por último se agrega: «Los alumnos alojados en el "Santa Clotilde" asisten a la escuela pública "Lucille Gagne Pellerin", que garantiza una educación integral y continua. La colaboración en la limpieza de los espacios individuales y comunitarios, las actividades recreativas y deportivas y los talleres de producción (cría de aves, pescado, productos de panadería) forman parte de las actividades escolares. Los chicos y chicas también asisten al catecismo y participan en actividades y obras de la infancia y la adolescencia misionera».