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Los monjes colombianos que sueñan construir un monasterio en Uruguay

URUGUAY

Cortesía Hno. Samuel

Pablo Cesio - Aleteia Uruguay - publicado el 28/02/23

El hermano Samuel cuenta a Aleteia cómo ha sido para un grupo de monjes colombianos (siervos Reparadores de los Sagrados Corazones) vivir en uno de los países más laicos de América Latina y en que está el proyecto (sueño) de tener un sitio que pueda convertirse en «oasis» de espiritualidad

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En la calle aún despiertan curiosidad por la manera en que se visten y no falta quien al verlos hasta ponga una cara cual si fueran «extraterrestres». Así de sencillo, y en tono de broma, lo recuerda el hermano Samuel, uno los cuatro monjes colombianos que están presentes en Uruguay desde septiembre de 2021.

Samuel, junto a sus hermanos de comunidad, pertenece a los Siervos Reparadores de los Sagrados Corazones, comunidad de vida semi-contemplativa que fue fundada por fray Agustín del Divino Corazón en 2010 en Colombia.

La llegada de estos monjes colombianos a Uruguay sucedió cuando la pandemia del coronavirus aún formaba parte de los temas de máxima preocupación a nivel mundial. En aquel entonces, en medio de las medidas sanitarias, tuvieron que hacer cuarentena y durante ese tiempo realizaron un retiro en el Santuario Nacional de la Virgen del Verdún(Lavalleja, Maldonado) junto con los fundadores de la comunidad (Agustín del Divino Jesús) y el padre Pablo del Inmaculado Corazón.

«Por eso creo que en los caminos del Señor lo adverso puede tornarse en un momento de gracia, pues todo sirve para bien de los que le aman, con dice San Pablo», afirma Samuel sin titubear a Aleteia.

Pero más allá de la cara de algún que otro transeúnte, para estos monjes colombianos todo este tiempo transcurrido también «ha sido de muchas sorpresas». Desde darse a conocer en la diócesis donde actualmente están presentes (Maldonado-Punta del Este-Minas y Rocha), hasta poder estar en contacto con gente bella y muy amable.

«Uno se puede sorprender de ver en las personas que el Señor nos ha permitido conocer, su amistad, oración y apoyo, y ver en todo ello la mano paternal de Dios», dice Samuel. Y redobla:  

«En pocas palabras, él no defrauda. También evidentemente, ha sido un tiempo de adaptación, si bien somos latinoamericanos, nuestras culturas tienen rasgos distintivos que las hace únicas, no obstante, la adaptación ha sido muy positiva», agrega Samuel, quien en entrevista con Aleteia reflexiona sobre varias cuestiones. Por ejemplo, el sueño de construir un monasterio, algo no tan común y sencillo en Uruguay.

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Los monjes colombianos que sueñan construir un monasterio en Uruguay junto al obispo Milton Tróccoli

La importancia del testimonio

– Uruguay es uno de los países más laicos de América Latina y presenta varias características que lo diferencian en cuanto a la vivencia de la fe de otros países como Colombia, ¿cómo han vivido esto?

Es algo muy evidente, cuando llegamos de Colombia, los mismos fieles nos lo advertían. Algunos de nosotros tenemos la bendición de haber estado en nuestra comunidad en la ciudad de Lima, Perú. Lo digo porque el haber estado en contacto con diversas maneras de vivir la fe nos ha enriquecido de tal manera que, desde mi punto de vista, podría uno creer que en Uruguay sí hay fe. Aquella fe que puede compararse a una cerilla que encendida, a pesar de ser tenue y débil, puede ayudar a prender una gran llamarada. Es decir, hay esperanza, no todo puede ser pesimismo. De ahí que los católicos comprometidos con su fe creo que le cumplen al papa Francisco cuando invita a hacer lío, es decir, están ahí en la trinchera, firmes.

Ahora bien, si hablamos de falta de fe o de indiferencia religiosa, sin duda, es un fenómeno global, no sólo de la Iglesia católica del Uruguay, es algo que afronta la Iglesia en Colombia, en Perú, y así un largo etcétera. Por eso es importante el testimonio no solo de curas y religiosos, sino de todos los católicos comprometidos, o practicantes como muchos sueles identificarse.

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Los monjes colombianos están presentes en Uruguay desde septiembre de 2021

– ¿Cómo se han adaptado ustedes a la secularización uruguaya? Ver un monje en Uruguay no es tan común, ¿despiertan curiosidad?

Sí. Despertamos mucha curiosidad en las personas, especialmente en la calle. Por ejemplo, cuando estamos de camino al supermercado, cuando tenemos que salir, hacer trámites, buscar algo que necesitamos. La gente abre sus ojos, se nos quedan mirando. Unos ríen, en otros ves una cara de sorpresa como si vieran a un extraterrestre. Quizás algún loco disfrazado con un hábito de monje. Tratamos de saludar siempre, decir un «buenos días» ayuda en muchos casos. Pero las personas también se acercan, nos preguntan quiénes somos o dónde vivimos. Una vez un joven se nos acercó y nos saludó muy cortés, nos dijo que ya no practicaba la fe católica, pero que al vernos con nuestro hábito recordó con cariño su tiempo de escuela pues estudió en un colegio de hermanas franciscanas en donde le hablaban de san Francisco, ¡y por supuesto también de Dios!

Más que adaptarnos nosotros, ha sido como un entrar en diálogo y en contacto con el pueblo de Uruguay que nos ha acogido. Creo que lo hacemos no solo con palabras, sino que también procuramos con un buen gesto, haciendo el bien que podemos sin preguntar si se es creyente o no, pero ante todo con nuestra oración y reparación. Quizás sea poco, ante tantos retos, pero somos consciente del poder de la oración, unida siempre a los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús.

– ¿Cómo nos puede resumir el carisma y espiritualidad de los Siervos Reparadores de los Sagrados Corazones?

Somos una comunidad religiosa de monjes que buscamos dar toda la gloria que Dios se merece a través de nuestra consagración a Él, a través de nuestro carisma. Es decir, aquello que nos identifica y que ha sido inspirado por el Espíritu Santo, que consiste en reparar los Sagrados Corazones de Jesús y María. ¿Y qué es reparar? En pocas palabras, es retornar al amor, es conversión de vida; en palabras de san Pío XI, es resarcir las consecuencias causadas por nuestros pecados, por nuestras ofensas a Dios. Fíjense, que muchas veces el amor de Dios no es correspondido por nosotros como es debido. Él nos concede su gracia para perseverar en su voluntad, pero muchas veces, respondemos con olvido y desamor. Ese es el «reproche» que hacía el Sagrado Corazón a santa Margarita María de Alacoque, por allá en el siglo XVII.

Por nuestra parte, somos una comunidad semi-contemplativa. Es decir, no somos de clausura, pero tampoco somos totalmente misioneros. Por ello aspirando siempre a un justo equilibrio entre ambas, buscamos que nuestros monasterios sean un centro de espiritualidad, en donde la personas puedan participar de la misa, confesarse, adorar y reparar a Jesús Eucaristía, hacer un retiro o meditar, incluso formarse, mediante nuestros movimientos de laicos: Apostolado de Reparación, o Misioneras y Misioneros Hijos de María o la Legión de san José; o simplemente buscando ser escuchado por alguien, eso es importante hoy en día, desahogar el corazón, sólo que algunas veces lo hacemos cayendo en los vicios o con la persona equivocada, por ejemplo. 

– Actualmente están en el departamento de Maldonado y residen en una casa de retiros «La Paz y la Alegría». Ese nombre para ustedes también ha sido más que significativo…

Así es, vivimos en las afueras de la ciudad de Maldonado, en la diócesis que lleva su mismo nombre: Maldonado, Punta del Este, Rocha y Minas, con nuestro obispo monseñor Milton Tróccoli, a quien debemos eterna gratitud por todo su apoyo. Residimos en la casa de retiro de la diócesis que se llama «La Paz y la Alegría». Es curioso porque muchos que vienen de visita al lugar expresan sentirse así sin saber cómo se llama. Es expresión de lo que Jesús viene a regalarnos a cada uno de nosotros. Pero qué fácil dejamos perder la paz y la alegría en el corazón ante las situaciones del diario vivir. 

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Un grupo de fieles acompañan a dos de los monjes y al obispo Milton Tróccoli
«Oramos muchísimo al Señor para que pueda quitar los impedimentos que no nos permitan continuar con este gran sueño»

«Oasis de espiritualidad»

– Algo que me pareció llamativo es que buscan construir su monasterio en Uruguay. ¿Cómo va ese sueño?

Nuestro deseo es poder establecernos en Uruguay y en nuestra diócesis.  Para ello es importante e indispensable poder construir nuestro monasterio para que pueda convertirse en un «oasis» de espiritualidad. En estos momentos ya estamos contemplando algunas posibilidades con Tróccoli como, por ejemplo, en la gruta de la Rosa Mística en Piriápolis, que es una ciudad costera en el este del país. También estamos concretando algunos diseños y requerimientos que debe tener todo monasterio, como una capilla.

Sin duda, todo ello requiere todo un trabajo mancomunado de muchos profesionales y de muchos fondos. Por eso toda ayuda es bienvenida. Lo es porque así son todas las obras de Dios. Confiamos en Dios que todo lo provee. Por eso oramos muchísimo al Señor para que pueda quitar los impedimentos que no nos permitan continuar con este gran sueño y poder iniciar la construcción en este año 2023.

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Tres de los monjes y la sonrisa que aparece en medio de las labores cotidianas

– Por otro lado, para el sustento diario, venden diversos productos y artesanías, ¿podría detallar un poco más sobre las tareas y elaboraciones?

Una de las características de nuestra comunidad es la confianza en la divina providencia. Es decir, nosotros no contamos con fondos o ingresos fijos, porque no tenemos apostolados que permitan sostener económicamente la comunidad, como una plaza de enseñanza en un colegio o un cargo administrativo. Podría dar numerosos testimonios de cómo la generosidad desbordante del Señor enriquece nuestros corazones y suple nuestras necesidades materiales, llevando una vida sencilla y austera.

Por eso, nosotros ponemos un granito de arena en ese actuar de la providencia, vendiendo dulces uruguayos, como pasta frola (especie de tarta dulce típica de países como Argentina, Paraguay y Uruguay) o también budines caseros, hecho todo por nosotros mismos. Pero creando también nuestra propia «marca». Suena un poco curioso o cómico, pero así es.  Es de artículos religiosos, la hemos llamado «Artesanías san José». Hacemos no solo rosarios, sino, que también, llaveros, pulseras, denarios, manillas. Todo con motivos religiosos, pues estamos convencidos de que hay que llevar a Dios en todo y a todos. Además de ofrecer los libros de nuestra espiritualidad de la reparación, de modo que tomamos estas ventas en algunas parroquias como un modo de hacer apostolado. 

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La pasta frola, uno de los productos que hacen y elaboran los monjes colombianos

«Dios te bendiga»

– ¿Algún mensaje a modo de reflexión para finalizar?

Quisiera terminar dirigiéndome a cada uno de los lectores de este hermoso portal. Te doy las gracias por querer conocer un poco sobre nuestra labor. Pero quisiera decirte que también tienes la «labor», el llamado de reparar con tu vida y tu testimonio el Corazón de nuestro Señor, que tanto te ama.

Es más que justo devolver con amor, desde nuestra pequeñez, tanta gracia y bendición que el Señor derrama en tu vida y en los tuyos. Por eso la primera reparación es la conversión de vida. Te quiero decir que no estás solo ni sola, cuentas con nuestras oraciones e intercesión. Por eso si deseas conocer más sobre nuestra espiritualidad, hacer algún pedido de oración o conocer cómo apoyarnos, puedes contactarnos al correo de siervosreparadoresuruguay@gmail.com.  También puedes escucharnos en nuestro programa en Radio María Uruguay, Hora de Reparación a Jesús, todos los martes a las 10:00 am. ¡No tengas miedo! Ante todo, te pido que ores por nosotros, los Siervos Reparadores. Dios te bendiga.

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