Hay que bajar por 33 escalones para llegar a una de las más antiguas basílicas de Roma, la Basílica de san Vitalis, fundada bajo Inocencio I (401-417).
Cuenta la tradición que en el lugar fue construido un oratorio gracias a la generosa donación de todas sus joyas por parte de la matrona Vestina.
Fue en un principio dedicada a los santos Mártires Gervasio y Protasio, cuyos restos San Ambrosio había encontrado en Milán.
Los santos Gervasio y Protasio, eran dos jóvenes soldados mártires de origen milanés, hijos de San Vitalis, soldado consular, esposo de Santa Valeria. Durante el martirio, el padre terminaría enterrado vivo en la fóvea, es decir, en el pozo. Por eso luego fue llamada San Vitale in fovea.
La basílica fue restaurada varias veces en la Edad Media y reconstruida completamente por los papas Sixto IV (1475) y Clemente VIII (1595).
Estas últimas intervenciones redujeron la iglesia a una sola nave y provocaron la desaparición del pórtico, cerrado y reducido al vestíbulo de la iglesia.
La característica escalera de acceso se construyó en 1859 para salvar el desnivel de la calzada tras la construcción de la vía Nazionale.
Los trabajos de restauración realizados en la década de 1930 finalmente devolvieron el pórtico a su aspecto original.
Hoy la fachada presenta un pórtico, de época paleocristiana, de cinco arcos sobre columnas con capiteles del siglo V.
El portal de entrada tiene una inscripción y el escudo de armas de Sixto IV, y preciosas puertas de madera talladas a principios del siglo XVII.
Su interior atesora importantes frescos representando las historias de mártires y profetas.
La peste y la procesión de las viudas
En 590, tras una gran crecida del Tíber, que destruyó, una gran parte de la ciudad, trajo como consecuencia el desarrollo de una terrible epidemia de peste.
La peste que exterminó gran parte de la población y se llevó también al Papa Pelagio II (579 - 590).
San Gregorio Magno (590 - 604), llamó al pueblo a la oración instituyendo una letanía septiforme, llamada así porque estaba formada por siete coros, conformada de esta manera:
Primer coro: el clero.
Segundo coro: Abades y monjes.
Tercer coro: Abadesas y sus congregaciones.
Cuarto Coro: los niños.
Quinto coro: los laicos.
Sexto coro: las viudas.
Séptimo coro: las mujeres casadas.
Cada uno de estos coros partía en procesión desde una iglesia diferente hasta la etapa final en la Basílica Santa María la Mayor.
El sexto coro de las viudas partía desde la basílica de san Vitalis.
Durante esta procesión, organizada por san Gregorio Magno, se produjo la aparición salvadora del Arcángel Miguel en lo alto de la Mole Adriana (hoy Castel Sant’Angelo) en el acto de envainar su espada, señal del fin de la epidemia.
La Estación del Segundo Viernes de Cuaresma
Desde el siglo VII en la basílica, oficiada por una comunidad de monjes, se instauró hasta hoy la statio del viernes de segunda semana de Cuaresma, caracterizada por una rica liturgia dedicada al heroísmo de los mártires.
Hasta el siglo XIX, la iglesia fue depositaria de un extraordinario legado de caridad. Consistía en la distribución gratuita de pan a los pobres de la ciudad, institución deseada por disposición testamentaria del hidalgo romano Francesco Silla
Fuente: santivitale.com, vatican.va