Hasta la aparición de la serie ‘The Chosen’ (Los elegidos) en 2017, al director italiano Franco Zeffirelli le cabía el honor de haber filmado al Cristo más humano, próximo y natural, en su gran serie de seis horas ‘Jesús de Nazaret’ (1977).
Zeffirelli, de cuyo nacimiento se cumple el centenario en este mes de febrero, se resistió todo cuanto pudo a este encargo, tal y como explica en su libro ‘Todo sobre mi película Jesús de Nazaret’ (Editorial Noguer, 1980) que recoge su experiencia con este trabajo, probablemente uno de los primeros casos en los que una serie se rodó con ambición cinematográfica. Lo que explica también que el director la viera como una película larga.
"Había probablemente en mi una especie de miedo, el rechazo a llevar a cabo el esfuerzo espiritual y las responsabilidades que imponía un filme sobre Jesús", reconoció el realizador italiano, autor también de otra de las películas más populares del cine católico: ‘Hermano sol, hermana luna’, sobre Francisco de Asís.
Pero varias circunstancias se confabularon para convencer a Zeffirelli de que debía decir ‘sí’ al ofrecimiento que le habían planteado en 1973 -hace ahora medio siglo- y que no llegó a completarse hasta cuatro años después, en 1977.
El productor Vincenzo Labella, uno de los impulsores del proyecto, no dudó en apelar a su responsabilidad como católico en tiempos difíciles para mover su dubitativa voluntad.
"En un momento de crisis generalizada en el mundo occidental que afecta a todos los valores tradicionales y a todos los ideales, el filme quizá pueda recordar a los hombres cuanto están perdiendo, de una forma estúpida y mezquina", recuerda Zeffirelli que le dijo Labella.
"Estas palabras me causaron una profunda impresión y llegaron a infundirme, quizás supersticiosamente, una especie de sentimiento de responsabilidad moral", recordaba el director italiano. "Si rechazaba la propuesta acaso se abriera ante mí un porvenir desdichado".
Lo curioso del caso es que pareció como si el mundo se confabulara para privar a Zeffirelli de argumentos. Su versión de ‘La dama de las camelias’ con Liza Minnelli se frustró, y algo similar ocurrió con otros planes, de modo que ya no podía poner como excusa la existencia de otros trabajos o encargos.
Pero lo que le terminó de convencer fue la posibilidad de desarrollar la historia de Jesús a lo largo de seis horas, pues la habitual duración cinematográfica de una película, entre 90 y 120 minutos, se le quedaba muy pequeña para contar toda la historia de Jesús.
"Eso fue precisamente lo que acabó convenciéndome: la posibilidad de llevar a cabo, gracias a las seis horas largas de televisión, una gran iniciativa que resultase útil a todos, lo mismo a los creyentes que a los no creyentes".
En otro momento declararía: "Si un solo fotograma consigue sacudir a alguien, despertar en él el eco de ese mensaje divino que todos llevamos dentro, no sólo estarían justificados todos los sacrificios que hemos hecho, sino que, además, habrá dado un sentido a mi vida entera".
Su libro ‘Todo sobre mi película Jesús de Nazaret’ dedica muchas páginas a dar cuenta del laborioso proceso que llevó a elegir las localizaciones en las que se recrearon los espacios de la vida de Jesús. Así, la mezquita ismaelita de Tulum, en el corazón de El Cairo, modelada sobre la estructura del Templo de Jerusalén, sirvió de referencia para la reconstrucción del Templo en la serie.
Por casualidad encontró la referencia de las ruinas de Volubillis y, de camino hacia ellas, halló un prado verde parecido al de Galilea y un pueblecito marroquí, Fertassa, que se convertiría en el Nazaret de la película. "El pueblo es realmente pobrísimo pero sus habitantes parecen felices", apunta el director.
En Marruecos ambientó también toda la parte de los Magos, las escenas con Herodes y muchas de las grandes predicaciones de Jesús, así como el sermón de la montaña.
En Túnez, en Monastir, reconstruyó el Templo. Al término del rodaje, el gobierno tunecino decidió mantener las construcciones de la película, que se convirtieron en un atractivo turístico.
Una idea constante en su libro sobre la serie de Jesús es la de que la película fue, de algún modo, resultado de una conspiración espiritual, tanto en su origen como en su desarrollo.
Hay muchas frases que apuntan en esa dirección. Por ejemplo, ésta: "Desde que, convencido al fin, me puse a trabajar en el filme, mi vida fue una sucesión de experiencias felices. Ante todo, como ya he dicho, el redescubrimiento del Evangelio, ocasión única para todos, sobre todo en la edad madura".
En la película participaron una gran multitud de estrellas que no cobraron ni remotamente su caché. El primero que se apuntó, y que abrió el camino a otros, fue Laurence Olivier, que haría de Nicodemo. Luego se incorporó Anne Bancroft como María Magdalena; Rod Steiger como Pilato; Anthony Quinn (Caifás); Claudia Cardinale, como la adúltera; Michael York (Juan Bautista); Peter Ustinov (Herodes); James Mason (José de Arimatea)… La Virgen María sería Olivia Hussey, que unos años antes había sido Julieta en su revisión de la obra de Shakespeare, y Jesús de Nazaret fue interpretado por Robert Powell.
Powell, que vivía con su pareja en concubinato, y que aceptó a casarse para evitar problemas con la Iglesia, es un Jesús sorprendente, pero que gustó a crítica y público. Zeffirelli le quita muchas capas de cartón piedra para que luzca el hombre, sin que ello rebaje o devalúe, en modo alguno, su dimensión divina.
En su libro se recogen reflexiones históricas sobre la sociedad y la época de Jesús, pero también teológicas y morales. Y así, por ejemplo, se lamenta de cómo todos, "pero sobre todo los jóvenes, que son los más vulnerables", nos emborrachamos de consumismo y "traicionamos nuestro destino más alto" ocultándonos de nuestro miedo a la muerte detrás de las cosas y los bienes.
En este contexto recuerda el episodio del encuentro de Jesús con el joven rico, al que invita a renunciar a sus posesiones. "En este pasaje suele fundarse precisamente el equívoco marxista de un Jesús socializante", explica Franco Zeffirelli, quien ofrece su interpretación: "Creo que Jesús quería hacernos comprender algo más importante: todo lo que nos aferra a la tierra nos aleja de Dios".
"A Judas lo veo claramente en cierto periodismo de hoy día, lo descubro en tantas revoluciones: es ese tipo intransigente, seguro de sí mismo, capaz de intrigar con tal de llevar adelante una idea equivocada", explica también
"Lo veo siempre donde ha habido y hay la manipulación del intelectual sobre los hechos políticos, ideológicos e informativos. Y me parece que, a través de Judas, Jesús nos ha mostrado este sutil y gravísimo tipo de error del espíritu humano, esta singular condena de la inteligencia. Estamos rodeados de Judas, todos ellos condenados a ahorcarse, antes o después, en el árbol de su orgullo", opina Zeffirelli.
El guion inicial de la película se encargó al novelista Anthony Burguess, que se entregó a fondo, pero su texto no fue finalmente el definitivo, porque no era suficientemente fiel a las palabras verdaderas de Jesús.
"Porque le había amado demasiado, por haberlo hecho demasiado suyo, Burguess terminaba por destruir la estatura carismática misteriosa y sobrenatural que, para mí, era la estructura fundamental del personaje de Jesús", explica el realizador italiano en su libro de recuerdos sobre la película.
La serie ‘Jesús de Nazaret’ es, probablemente, una de las obras mayores de Franco Zeffirelli, pero su trayectoria es mucho más amplia e incluye montajes de teatro y hasta de ópera, un género musical por el que sentía una gran pasión.
No ocultaba su condición homosexual, aunque no hacía gala de ello, lo que le colocaba en una situación incómoda dentro de la Iglesia. Nada de ello impidió, sin embargo, que fuera recibido en audiencia privada por Pablo VI, que le felicitó por su ‘Jesús’.
Los dos amores de su vida fueron la cantante de ópera María Callas, con la que coincidió por primera vez en el Metropolitan de Nueva York, y a la que dedicó su último trabajo: "Callas forever", con Fanny Ardant como protagonista.
Mantuvo una relación estable durante años con el célebre realizador italiano Luchino Visconti, autor de obras como ‘Muerte en Venecia’ o ‘El Gatopardo’, de quien fue ayudante de dirección en tres de sus obras más conocidas: ‘La terra trema’, ‘Bellísima’ y ‘Senso’. Pero fue también ayudante de otros cineastas míticos, como Michelangelo Antonioni o Roberto Rossellini, antes de lanzarse a dirigir sus propias películas.
Entre sus obras destacan, además de las citadas, dos cintas que tuvieron mucho éxito: ‘Campeón’ y ‘Amor sin fin’, amén de una adaptación de ‘La fierecilla domada’ de Shakespeare, con Elizabeth Taylor y Richard Burton como protagonistas; y un ‘Hamlet’ deslumbrante protagonizado por Mel Gibson.