Puede que, durante las navidades, la película más vista en streaming haya sido El misterio de Glass Onion, que continúa las investigaciones de Benoit Blanc (Daniel Craig), quien se dio a conocer en Puñales por la espalda, ambas dirigidas por Rian Johnson.
No es estrictamente una secuela, como no lo son tampoco las aventuras de James Bond o de Indiana Jones. Se trata de un nuevo caso independiente, a la manera de las novelas de Agatha Christie protagonizadas por Hércules Poirot o Miss Marple. Todos los personajes de la primera película (salvo el detective Blanc) desaparecen aquí, y se incorporan otros nuevos.
Si el modelo del primer filme lo constituían, en esencia, las novelas de Christie y algunas de sus adaptaciones al cine, en esta nueva entrega producida por Netflix las mayores influencias giran en torno a la divertidísima Un cadáver a los postres y a la obsoleta Cluedo. El juego de la sospecha, dado que los planteamientos iniciales son parecidos.
El rico y la ostentación
Es decir: un hombre convoca a una serie de antiguas amistades a la isla griega de la que es propietario con la idea de involucrarlas en torno a la resolución de un misterio. El anfitrión, un millonario excéntrico llamado Miles Bron (Edward Norton), va a fingir su asesinato para que traten de adivinar quién podría ser el asesino.
En su mansión, a la que el empresario designa como Glass Onion (título de una canción de John Lennon y Paul McCartney perteneciente al White Album de The Beatles), ha reunido piezas de arte y numerosos objetos de valor, incluida la verdadera "Mona Lisa". Esto le proporciona esa satisfacción propia de quien vive de alardear ante los demás. Él es rico y puede conseguir lo que quiera, sean cosas o amistades.
Sus invitados provienen de oficios en los que la popularidad desempeña un papel fundamental: influencers, modelos, políticas… Benoit Blanc, que es diferente al resto, acude a la llamada porque recibió la invitación por equívoco. Él es la pieza que no encaja. Cuando se produzca un asesinato real, será el momento en el que detective pueda utilizar su olfato de sabueso y su sentido de la deducción para resolverlo.
La verdad y la honradez frente al engaño y la codicia
Existe un aspecto muy interesante en el género de detectives que, normalmente, se pasa por alto. Glass Onion puede parecer sólo un filme divertido y bien rodado y en el que las piezas se ajustan con eficacia. Pero podemos rascar la superficie para encontrar subtextos que conectan con la tradición detectivesca.
Los pecados de estos personajes secundarios, sospechosos de haber cometido un crimen, suelen ser los mismos (y el lector familiarizado con Agatha Christie o Patricia Highsmith puede atestiguarlo). Son la codicia, la envidia y, a veces, la lujuria, que desembocan en la ira de quien las padece. Y, por tanto, en el asesinato de aquella persona a la que odia o que obstaculiza su camino hacia un objetivo.
En Glass Onion la codicia ha destruido el vínculo de amistad que, en la juventud, había unido a unos colegas. Durante la reunión saldrán a flote las rencillas, las viejas rivalidades, los rencores que no se apagan.
La figura del detective suele ser contrapuesta a esto, y Blanc no es una excepción. Se trata de un hombre que opta por la honestidad, por conformarse con lo poco que tiene o con lo que su oficio le ha procurado. Que elige la verdad por encima de todo. Que vela por el mantenimiento de unos valores que los famosos y los millonarios, devorados por la fama, han perdido. Si es que alguna vez los tuvieron: la generosidad, la honradez, la honestidad. Para Blanc debe prevalecer la amistad antes que la puñalada trapera para obtener unos beneficios. Y hacia ello se encaminan sus investigaciones.
Glass Onion cuenta con un reparto heterogéneo en el que confluyen intérpretes veteranos con nuevas estrellas: Daniel Craig, Edward Norton, Janelle Monáe, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Jessica Henwick, Dave Bautista, Kate Hudson… E inesperados cameos que no revelaremos aquí.
Del lote destacan Craig y Norton: dos pesos pesados que nos ofrecen sus variantes de los papeles tradicionales de investigador y millonario.
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