Fue uno de los artífices de la moderna Basílica de Guadalupe así como de otras obras emblemáticas del arte religioso en México y otros países del mundo. Murió a los 93 años de edad. El arquitecto y monje benedictino fray Gabriel Chávez de la Mora (1909-2022).
Su muerte –acaeicida el pasado 17 de diciembre—no pudo haber llegado en mejor momento: mientras rezaba la Liturgia de las Horas. Dejó una huella profunda en el arte religioso mexicano. Una huella imborrable.
Tan grande fue su prestigio que el Gobierno de México –no siempre afecto a la Iglesia católica—le concedió, en 2020, el Premio Nacional de Arquitectura. Que un monje benedictino fuera galardonado por el presidente López Obrador, dice mucho de su enorme calidad artística y humana.
Los trabajos y los días
Su formación de arquitecto nace en la Universidad de Guadalajara en donde, en 1955, sale como el primer egresado de esa carrera. Tras su examen profesional ingresa al Monasterio Benedictino de Santa María de la Resurrección, en Cuernavaca, Morelos.
Ahí mismo, realiza el primero de sus trabajos consistente en la restauración de la capilla del Monasterio. Después vendrán la Abadía del Tepeyac, el acondicionamiento litúrgico de la Basílica de Guadalupe y la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe en el Vaticano.
También, la Basílica de Guadalupe en Monterrey, el Carillón de la Basílica de Guadalupe, la Catedral de Cuernavaca, el Vitral Santuario de los Mártires Mexicanos y el Santuario de Santo Toribio Romo (patrono de los migrantes).
Trabajador y polifacético
Nunca dejó de trabajar. La muerte lo encontró mientras laboraba en la que sería la cruz más alta del mundo, llamada el «Memorial de la Misericordia», que se edifica en Monterrey (Nuevo León).
«Algunos de los trabajos que tenía se quedaron congelados o adormecidos por la pandemia, pero otros siguieron. De hecho, continué supervisando las obras, remotamente, en el Santuario de los Mártires y también el ‘Memorial de la Misericordia’”, explicó en entrevista con el semanario Desde la fe en julio de 2021.
«Un lápiz y una libreta, además de su fe, fueron de los mejores amigos de fray Gabriel Chávez de la Mora por más de nueve décadas. Lo acompañaron como sus únicos juguetes de la infancia y en la creación de sus trabajos más reconocidos», escribió en el semanario Desde la Fe, Cinthya Fabila.
Y agregó: «Con solo lápiz y papel construyó el estilo que definió sus facetas como artista: modernista, con simplicidad de materiales y aprovechamiento de los recursos naturales, combinación que dejó huella en cientos de obras en el país y fuera de él».
Una mente creativa
Este fraile-arquitecto, conocido como «el artesano de Dios» fue un hombre de múltiples facetas: destacado vitralista, creador de artes aplicadas, autor de arte sacro, diseñador de muebles y ornamentos litúrgicos y hasta creador de una tipografía, el «Abecedario Basílica», con el que están escritas todas las frases del santuario mariano más visitado del mundo.
En la revista Quadratín (México), el periodista Felipe Monroy dice que la influencia indirecta de fray Gabriel «puede apreciarse en el 90% de los templos católicos mexicanos y en no pocos latinoamericanos de las últimas dos décadas».
Con respecto a la tipografía creada por el monje benedictino, Monroy afirma: «Al igual que sus proyectos monumentales, la simpleza de los trazos tipográficos tienen algo de antediluviano, proto-divino: Como si el índice de Dios trazara sobre el barro antes de crear al hombre: sólido, simple y, por qué no decirlo, casi irreflexivo».
Hoy celebramos a...