En pocos días empieza en Qatar el Mundial de Fútbol más polémico y cuestionado de la historia. La comunidad internacional ha denunciado la violación continua de derechos humanos desde que se designó en 2010 como sede mundialista.
También el Papa Francisco y otras organizaciones cristianas y de defensa de los derechos humanos han criticado reiteradamente la falta de derechos laborales y las pésimas condiciones de trabajo de los obreros, todos migrantes, durante las obras e infraestructuras construidas para el Mundial de Qatar.
En estos últimos años ese país se ha preparado para albergar el próximo Mundial de fútbol, con un programa de construcción de ocho nuevos estadios, un nuevo aeropuerto, además de carreteras, sistemas de transporte público, hoteles y una nueva ciudad, que será la sede de la final de Copa del Mundo.
Informe entregado al Papa
La Fundación para la Democracia Internacional ya denunció en el Vaticano y ante el Papa Francisco en octubre de 2017 "la explotación y graves violaciones de derechos humanos" en la construcción de estas infraestructuras, en un informe titulado Detrás de la Pasión y que ha sido actualizado en mayo de 2022.
En el informe, presentado durante un encuentro del Papa con la fundación pontificia Scholas Occurrentes, se denunciaba claramente las condiciones de "esclavitud" a la que las empresas qatarís sometían a los trabajadores migrantes procedentes en su mayoría de India, Pakistán, Bangladesh, Filipinas, Kenia y Nepal.
Respuesta del Vaticano
El Papa Francisco, cuyo pontificado tiene como una de sus prioridades cuestiones sociales, laborales y trato a los migrantes, envió inmediatamente una carta dirigida a Gianni Infantino, presidente de la FIFA a través de la fundación Scholas.
En ella mostraba su preocupación por esta situación y solicitaba una explicación a la acusación incluida en el Informe, en el que ya se hablaba de unos 2.000 trabajadores fallecidos durante las obras del Mundial.
La carta decía textualmente: "La descripción de situaciones de sometimiento flagrante y violación de los derechos humanos de trabajadores e inmigrantes en Qatar ha motivado nuestra preocupación". Además, en la carta solicitaban mantener una reunión urgentemente con Infantino, en el Vaticano o en las oficinas de la FIFA.
Otras denuncias internacionales
Lo cierto es que, durante estos años de construcción de las infraestructuras qatarís, también otras organizaciones han denunciado las condiciones laborales de los obreros.
Por ejemplo, Sgarab Burrow, secretario general de la Confederación Sindical Internacional, dijo en marzo de 2017 que la FIFA no había asumido su responsabilidad en relación al respeto de los derechos humanos de los trabajadores migrantes en Qatar.
También la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, realizó una investigación en la que aseguraban que los trabajadores migrantes de la construcción en Qatar, incluidos los dedicados a construir para el Mundial 2022, "trabajan en condiciones de calor y humedad potencialmente mortales, lo que provoca la muerte de cientos de ellos".
Además, en una declaración de septiembre de 2017, solicitaron que las autoridades de Qatar deben "hacer cumplir las restricciones adecuadas sobre el trabajo al aire libre", y pedían investigaciones regulares e información sobre las muertes de los trabajadores.
¿Más de 6.500 muertes?
Sin embargo, el director de Comunicación de Gobierno qatarí, Saif al Thani, aseguró por aquellas fechas que su país revisaba continuamente sus políticas para asegurar la protección de los trabajadores, especialmente los extranjeros.
Pero lo cierto es que las denuncias por las condiciones laborales y las muertes provocadas por esas malas condiciones no han parado de crecer.
De hecho, el diario británico The Guardian denunció en un artículo de febrero de 2021 que en Qatar han muerto más de 6.500 obreros migrantes desde que en 2010 se le concedió la Copa del Mundo. Y aseguran que incluso podrían ser más.
Trabajo en pésimas condiciones
Gracias a la investigación e informes de varias ONGs como Amnistía Internacional o la Fundación para la Democracia sabemos que a algunos empleados se les ha obligado a trabajar entre 16 y 18 horas diarias, 7 días a la semana. Algunos no han tenido un día libre durante meses e incluso años.
La mayoría de los obreros, además, han realizado tareas al aire libre y soportado temperaturas que alcanzan los 50 grados. Y las viviendas que les han proporcionado son espacios reducidos en los que viven hacinados, sin contar con las mínimas condiciones higiénicas.
A estas condiciones hay que sumar que la pandemia de la COVID-19 agravó su situación, dado que muchos obreros quedaron confinados en campos de trabajo, algunos sin salario y sin la posibilidad de volver a sus países o seguir trabajando. Era habitual que el empresario les confiscara su pasaporte a la hora de firmar su contrato de trabajo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó por su parte que hay vacíos en la información que se recopila en Qatar, y que solo en el año 2020 habrían muerto 50 trabajadores y 500 estaban gravemente heridos; además, otros 37.000 sufrieron lesiones de diversa consideración, según datos de un informe de noviembre de 2021.
Protestas de jugadores y entrenadores
Lo cierto es que la celebración de este Mundial en Qatar encierra más polémicas, no solo las que tienen que ver con las condiciones de trabajo.
Su designación como sede también fue poco transparente. Ya en 2013 la revista France Football publicó las irregularidades y sobornos que cometió la FIFA al adjudicar la sede en Qatar en 2010. El mismo presidente de la FIFA en aquellos años, Joseph Blatter, reconoció hace unos días que esa designación fue un error.
El Papa Francisco durante un encuentro informal en 2016 en el Vaticano con su sucesor, Giovanni Infantino, le pidió que luchara contra la corrupción que azotaba a la federación internacional de fútbol.
Y a pocos meses de empezar la competición deportiva, algunas selecciones nacionales participantes, como la de Alemania, Holanda, Dinamarca o Noruega han posado con camisetas en defensa de los derechos humanos antes de sus encuentros de clasificación. También algunos entrenadores se han mostrado molestos e indignados por lo que algunos llaman ya "el Mundial de la vergüenza".
Es hora de hablar de fútbol
Con este panorama, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, envió hace unos días una carta a las diferentes federaciones nacionales de fútbol. En ella instó a las 32 naciones que compiten en el Mundial 2022 a que "se centren en el fútbol" y dejen a un lado los problemas de derechos humanos.
Amnistía Internacional, por ejemplo, no ha tardado en contestar, rechazando esta actitud "que da la espalda a las violaciones sufridas por millones de personas alrededor del mundo".
Además, varias organizaciones pro derechos humanos insisten en que Qatar y la FIFA deben crear un fondo de reparación para indemnizar a miles de empleados inmigrantes que sufrieron "graves abusos" durante los preparativos del Mundial. Y exigen que se garantice que los abusos no se repitan, ni en Qatar ni en futuros torneos.
Posición de la Iglesia
La Iglesia, mediante múltiples Encíclicas y Cartas Apostólicas apoyadas en las Sagradas Escrituras, ha conformado una extensa documentación acerca del ámbito social, cultural, político y económico: La Doctrina Social de la Iglesia.
En un mundo que necesita una visión moral para edificar un orden social más humano, la Iglesia siempre ha pretendido ofrecer un conjunto de valores morales que afirmen la dignidad del hombre y el valor de su trabajo. Pero nunca pretende ofrecer soluciones políticas ni legales a los problemas económicos y sociales.
Sin duda, el documento magisterial que aborda con mayor detenimiento el trabajo es la encíclica Laborem exercens, de Juan Pablo II, publicada en 1981.
El trabajo dignifica
El papa Francisco en muchas ocasiones se ha referido también a este tema. Durante una homilía en Casa Santa Marta afirmó que (19.05.2016) que quien explota a la gente con el trabajo en negro es "una sanguijuela" y comete "pecado mortal".
En una visita a Colombia en septiembre de 2017 estas fueron sus palabras acerca del trabajo que tiene que ser "libre, creativo, participativo y solidario", al tiempo que debe elevar la dignidad de las personas.
Los escenarios en los que los países participantes jugarán ya están listos. Es hora de que el balón empiece a rodar. Sin embargo, nunca más deben repetirse estos errores.
Qatar (anfitriona), Serbia, España, Suiza, Francia, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Croacia, Inglaterra, Alemania, Portugal, Polonia, Irán, Corea del Sur, Japón, Arabia Saudí, Ghana, Senegal, Marruecos, Túnez, Camerún, EE UU, México, Canadá, Brasil, Argentina, Ecuador, Gales, Costa Rica, Australia y Uruguay. Entre ellos está el futuro Campeón del Mundo.
Esperemos que el "fair play" (juego limpio) reine durante el campeonato, ya que este concepto es el pilar del fútbol: respeto a la reglamentación, a los compañeros, a los adversarios, a los árbitros y a los aficionados.